Un piloto volaba un avión en busca de sobrevivientes de la tercera guerra mundial. Estando en su casa decidió llevar algunas provisiones y elementos necesarios para su expedición. Cargó en la máquina: una barra de chocolate por si encontraba gente que no tenía que comer, una agenda para anotar datos de posibles sobrevivientes, pero no sabía donde pondría el lavavajillas y el cuadro que guardaba en su habitación y recordaba aquella época de su niñez en que todo fue tranquilidad. Hasta que tuvo un desperfecto en el vehículo porque se le salió una tuerca, así que aterrizó en un lugar seguro para ver si podía arreglarlo y por fin logró volver a ponerle la turca. Se había asustado porque no podía controlarlo, pero recordó algunas palabras de sus compatriotas:
—No importa si el aeroplano tiene un desperfecto, —le dijo un amigo—. a cualquiera le puede pasar Lo importante es que cuentas con otros elementos como el chocolate que da vida al cuerpo humano y te ofreciste a darlo, la agenda te sirvió para ubicarlos y los encontraste, el cuadro y el lavavajillas a lo mejor no los necesitabas, pero decidiste donarlos para el bien común. Aunque se te rompió la tuerca, supiste arreglarla sin ningún problema.
A veces nos enfrentamos, como el piloto, a tomar decisiones que pueden salvar una o más vidas si sabemos usar correctamente todos los recursos.
Todos agradecieron la valentía de este piloto.
Natalia Julieta Mandrile
4 comentarios:
Esperar lo mejor, y prepararse para lo peor.
Buen relato.
Un abrazo.
Me llego hasta aquí para expresarles mi más grande agradecimiento a todos ustedes por ser parte de mis blogs: a Marta Alicia, a Rosa Juana,y en su nombre a todos ustedes por acompañarme.
Me llegaré hasta aquí para saber qué dicen tantos poetas a través de sus versos.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Gaucho y Elsa.
Somos cuasi-poetas o cuasi- narradores. Estamos en la pelea con las palabras.
Naty, muy lindo relato...
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