¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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martes, 15 de agosto de 2023

499. AL ABRIGO, minicuento de Juan José Saer (argentino, 1937-2005)

 

Juan José Saer  (argentino, 1937-2005) 


Un comerciante de muebles que acababa de comprar un sillón de segunda mano descubrió que en un hueco del respaldo una de sus antiguas propietarias había ocultado su diario íntimo. Por alguna razón -muerte, olvido, fuga precipitada, embargo- el diario había quedado ahí, y el comerciante, experto en construcción de muebles, lo había encontrado por casualidad al palpar el respaldo para probar su solidez. Ese día se quedó hasta tarde en el negocio abarrotado de camas, sillas, mesas y roperos, leyendo en la trastienda el diario íntimo a la luz de la lámpara, inclinado sobre el escritorio. El diario revelaba, día a día, los problemas sentimentales de su autora y el mueblero, que era un hombre inteligente y discreto, comprendió enseguida que la mujer había vivido disimulando su verdadera personalidad y que por un azar inconcebible, él la conocía mucho mejor que las personas que habían vivido junto a ella y que aparecían mencionadas en el diario. El mueblero se quedó pensativo. Durante un buen rato, la idea de que alguien pudiese tener en su casa, al abrigo del mundo, algo escondido -un diario, o lo que fuese-, le parecía extraña, casi imposible, hasta que unos minutos después, en el momento en que se levantaba y empezaba a poner en orden su escritorio antes de irse para su casa, se percató, no sin estupor, de que él mismo tenía, en alguna parte, cosas ocultas de las que el mundo ignoraba la existencia. En su casa, por ejemplo, en el altillo, en una caja de lata desimulada entre revistas viejas y trastos inútiles, el mueblero tenía guardado un rollo de billetes, que iba engrosando de tanto en tanto, y cuya existencia hasta su mujer y sus hijos desconocían; el mueblero no podía decir de un modo preciso con qué objeto guardaba esos billetes, pero poco a poco lo fue ganando la desagradable certidumbre de que su vida entera se definía no por sus actividades cotidianas ejercidas a la luz del día, sino por ese rollo de billetes que se carcomía en el desván. Y que de todos los actos, el fundamental era, sin duda, el de agregar de vez en cuando un billete al rollo carcomido. Mientras encendía el letrero luminoso que llenaba de una luz violeta el aire negro por encima de la vereda, el mueblero fue asaltado por otro recuerdo: buscando un sacapuntas en la pieza de su hijo mayor, había encontrado por casualidad una serie de fotografías pornográficas que su hijo escondía en el cajón de la cómoda. El mueblero las había vuelto a dejar rápidamente en su lugar, menos por pudor que por el temor de que su hijo pensase que él tenía la costumbre de hurgar en sus cosas. Durante la cena, el mueblero se puso a observar a su mujer: por primera vez después de treinta años le venía a la cabeza la idea de que también ella debía guardar algo oculto, algo tan propio y tan profundamente hundido que, aunque ella misma lo quisiese, ni siquiera la tortura podría hacérselo confesar. El mueblero sintió una especie de vértigo. No era el miedo banal a ser traicionado o estafado lo que le hacía dar vueltas en la cabeza como un vino que sube, sino la certidumbre de que, justo cuando estaba en el umbral de la vejez, iba tal vez a verse obligado a modificar las nociones más elementales que constituían su vida. O lo que él había llamado su vida: porque su vida, su verdadera vida, según su nueva intuición, transcurría en alguna parte, en lo negro, al abrigo de los acontecimientos, y parecía más inalcanzable que el arrabal del universo.

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Juan José Saer (Serodino, 28 de junio de 1937-París, 11 de junio de 2005) fue un escritor argentino, considerado uno de los más importantes de la literatura argentina, latinoamericana y de la literatura en idioma español del siglo XX.1​2​

Martín Kohan lo llamó «el escritor más relevante de Argentina después de Borges»,3​ y Beatriz Sarlo «el mejor escritor argentino de la segunda mitad del siglo XX».4​ En el 2007, la revista colombiana Semana confeccionó una lista de los mejores 100 libros en lengua castellana de los últimos 25 años, donde sus novelas El entenado (1983), La grande (2005) y Glosa (1986) fueron seleccionadas.5​ Su obra ha sido traducida a los idiomas francés, inglés, alemán, italiano, portugués, neerlandés, sueco, griego, checo y japonés, entre otros.

Biografía

Primeros años
Juan José Saer nació el 28 de junio de 1937 en Serodino, una localidad del departamento de Iriondo (provincia de Santa Fe, Argentina) ubicada a cuarenta kilómetros al noroeste de la ciudad de Rosario, donde pasó sus primeros años. Su familia era de origen extranjero: sus padres y sus abuelos eran inmigrantes sirios católicos, que se dedicaron al comercio. Su padre tuvo un almacén de ramos generales.6​7​

En 1948 su familia se trasladó a la ciudad de Santa Fe, donde concluyó su educación y se desempeñó algunos años como periodista, al mismo tiempo que tomó contacto con un grupo local de escritores, entre los que se encontraba el poeta Hugo Gola. A través de ello entabló amistad con el poeta entrerriano Juan L. Ortiz, a quien ya de adulto consideró un maestro y cuya obra influyó de manera decisiva en su escritura.

Trayectoria literaria
En su primer libro de cuentos, En la zona (1960), aunque son notorias las influencias borgeanas, ya se advierte, desde el título, la fijación de un espacio narrativo en el que se desarrollará la mayor parte de su obra, y que se anuncia en el último cuento del volumen, «Algo se aproxima». Dos años más tarde se trasladó a Colastiné Norte, un barrio costero alejado del centro de la ciudad, donde escribiría otros cuatro libros: las novelas Responso (1964) y La vuelta completa (1966), ambas de corte existencialista, y los cuentarios Palo y hueso (1965) y Unidad de lugar (1967). Al mismo tiempo, combinó la escritura con su actividad docente, enseñando Historia del Cine y Crítica y Estética Cinematográfica en la Universidad Nacional del Litoral.8​

Obtuvo una beca de la Alianza Francesa para ir a París en 1968.9​ En principio pensaba ir solo por seis meses, pero terminó quedándose de manera definitiva, aunque volvería a la Argentina con frecuencia. Retomó su actividad docente en la Universidad de Rennes, donde dictó clases de Literatura hasta su retiro en 2002. Allí conoció a Laurence Gueguen, quince años menor que él, y que terminaría siendo su segunda esposa y madre de su hija Clara, quien nació en 1980.10​

En la capital francesa comienza su madurez literaria, ya que a partir de allí publicaría sus obras más célebres. En 1969 apareció su novela Cicatrices, considerada por la crítica como su primera novela madura. Un año después nació su hijo Jerónimo (1970-2015), quien se destacó como músico y cineasta.11​12​ Después de trabajar en ella durante nueve años, en 1974 publicó la que se considera su novela más radical y compleja, El limonero real.13​

Los años siguientes fueron definidos por Saer como los más difíciles de su vida, en parte por un sentimiento de desarraigo y la situación política de Argentina en esos años, además de problemas personales, como el divorcio de su primera esposa y el traslado a Rennes, que lo mantuvo alejado de su hijo.10​ Durante este período publicó el libro de cuentos La mayor (1976) y un poemario, El arte de narrar (1977), que reeditaría con ampliaciones en 1988 y en 2000.

En 1980 publicó Nadie nada nunca, una suerte de policial en donde vuelve a experimentar con la recursividad de una narración contada desde distintos puntos de vista. Saer la escribió a lo largo de cuatro años en un aislamiento completo, y la definió como «una de mis novelas más experimentales».14​ Con esta obra le llegó el reconocimiento de la crítica, que convertiría a Saer en uno de los autores más destacados en la literatura en español.

Luego se distanció de la experimentación formal, volviendo a un tipo de narración más inteligible. En 1983 apareció El entenado, la primera de tres novelas que Saer llamó "de la llanura", y que transcurren en un tiempo alejado del resto de sus obras. Con esta obra le llegó también el reconocimiento del público, y al día de hoy sigue siendo una de sus novelas más leídas y estudiadas. Glosa (1985), considerada por algunos como su mejor novela, y que fue la favorita del autor, ya que "es el libro que más se parece a lo que quería hacer", según declaró.15​16​

En 1987 publicó La ocasión, otra novela histórica, esta vez situada en el siglo xix, con la que obtendría el Premio Nadal ese año, y en 1992 Lo imborrable, que retoma personajes que habían aparecido en novelas anteriores (La vuelta completa, Glosa). Por esa época apareció su "tratado imaginario" El río sin orillas, texto híbrido entre ficción, ensayo e historia sobre el Río de la Plata. Incursionó en el género policial con La pesquisa (1994), y tres años después apareció Las nubes, novela histórica escrita a partir de un manuscrito que encuentran los protagonistas del libro anterior. El mismo año lanzó El concepto de ficción, y en 1999, La narración-objeto, dos volúmenes de ensayos en los que, además de analizar la obra de otros autores, expone los fundamentos teóricos de su programa narrativo.

El cuentario Lugar (2000) fue el último libro que alcanzó a publicar en vida. Al año siguiente Seix Barral publicó sus Cuentos completos en orden inverso, desde los más recientes hasta los primeros, con cuatro relatos escritos en los años 60 y que hasta entonces no han figurado en libro. En 2004 recibió el Premio Konex de Platino en la categoría Novela: Quinquenio 1994-1998.

Fallecimiento y legado
Víctima de un cáncer de pulmón, Saer falleció en la ciudad de París el 11 de junio de 2005, a los 67 años, y fue sepultado en el cementerio del Père-Lachaise (nicho 25722).17​18​ Al momento de su muerte estaba escribiendo los últimos capítulos de su última y más extensa novela, La grande, que terminó publicándose póstumamente en el año 2005 junto con Trabajos, una colección de artículos literarios aparecidos en diversos diarios y revistas que Saer ya tenía lista para publicar. Además de esos títulos, entre 2012 y 2015 la editorial Seix Barral publicó una colección de textos inéditos de Saer bajo el título de Borradores inéditos, reunidos en cuatro volúmenes: los primeros dos de borradores y notas, el tercero de poemas y, el cuarto, de ensayos.19​20​ Con estos textos, según su editor Alberto Díaz, quedó publicada su obra completa.21​22​

En febrero de 2019, el municipio de Serodino en colaboración con el gobierno provincial recuperó la casa natal de Saer para convertirla en un centro cultural.23​24​25​
FIN

Obras
Ignorado durante gran parte de su vida, con un programa narrativo riguroso y solitario que lo hizo escribir de espaldas a fenómenos editoriales como el boom latinoamericano (al que desdeñó), la obra de Saer ha obtenido, a partir de los años ochenta sobre todo, el reconocimiento de la crítica especializada, tanto en Argentina como en Europa.8​

Su obra abarca doce novelas, cinco libros de cuentos, cuatro de ensayos y uno de poemas. La publicación de sus cuentos completos permitió incluir un sexto libro de relatos, armado para la ocasión con tres textos que habían aparecido en revistas o diarios y uno inédito.

Junto con Juan Carlos Onetti, Saer es el escritor rioplatense que más evidencia la influencia del escritor estadounidense William Faulkner, especialmente por la recurrencia de un grupo de personajes (Carlos Tomatis, Ángel Leto, Washington Noriega, el Matemático, etc.). Asimismo, Saer toma del estadounidense la prosa trabajada, de oraciones largas, y el trabajo con los puntos de vista, combinándolo con detalladas descripciones de los espacios y la acción narrativa. La fijación en los elementos del paisaje y la fijación con el espacio del Litoral es también influencia de sus lecturas poéticas, especialmente de Juan L. Ortiz, a quien Saer consideraba «el más grande poeta argentino del siglo XX».26​

El cine no se mantuvo ajeno a su actividad: además de desempeñarse como docente en el Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral de Argentina, escribió dos guiones cinematográficos: Palo y hueso (1968), película dirigida por Nicolás Sarquis basada en un cuento suyo, y Las veredas de Saturno (1985), rodada por Hugo Santiago, esta vez en coautoría.27​

La siguiente lista contiene una breve sinopsis de cada uno de sus libros:
-En la zona (1960): primer volumen de cuentos de matiz decididamente borgeano: es la «canción de gesta de los cuchilleros», pero en torno a marginales del puerto santafesino. Ya se vislumbra sin embargo la ciudad como topos privilegiado de su narrativa. Saer renegó un poco de este libro y es cierto que es todavía inmaduro. Pero (señala la crítica) tiene el mérito de anunciar todo su «programa» en el último cuento del volumen, Algo se aproxima.
-Responso (1964): primera novela editada de la serie. Un bautismo de fuego bastante bien logrado, con un trabajo narrativo más bien clásico.
-Palo y hueso (1965): este segundo volumen de cuentos sigue todavía como laboratorio en la búsqueda de la forma propia. Un cuento, Por la vuelta, anticipa su segunda novela.
-La vuelta completa (1966): escrita entre 1961 y 1963, es la primera novela del autor y la segunda más extensa después de La grande. De filiación existencialista, a pesar de sus defectos de composición ya se percibe el estilo más tarde desarrollado por Saer en el trabajo con el tiempo y los puntos de vista de los dos narradores, que alcanzaría su punto más radical en El limonero real y Nadie nada nunca. Primera aparición del elenco estable de varias de sus novelas: Tomatis, Barco, Rosemberg, Rey, Leto, etc.
-Unidad de lugar (1967): primeros cuentos de madurez. Sobresale el cuento Sombras sobre vidrio esmerilado, uno de los más célebres del autor.
-Cicatrices (1969): cuatro historias narradas por cuatro protagonistas de cuatro capítulos diferentes que giran en torno a un hecho común: un obrero metalúrgico que mata a su esposa el día del trabajador. El telón de fondo de la historia lo constituye el fantasma del peronismo proscripto. La crítica la considera su primera novela madura.
-El limonero real (1974): ambientada en las afueras de Santa Fe, en el pueblo isleño de Colastiné, esta novela es quizás la más radical y compleja de su obra. Saer tardó nueve años en escribirla. La anécdota es mínima: se narran los sucesos del último día del año en la vida de unos isleños. La filiación con Joyce es clara y está trabajada de manera minuciosa.
-La mayor (1976): el relato que da título al volumen es el más radical de su obra. Prosigue, hasta fines insospechados, su experimentación con la anécdota mínima y una prosa que se sostiene solo por el ritmo. Los acontecimientos se borran de la trama narrativa. Diálogo polémico-poético con Proust. Sobresale también el cuento A medio borrar, que narra la partida de Pichón Garay de la ciudad durante una inundación.
-El arte de narrar: poemas, 1960/1975 (1977): único libro de poemas de Saer. El escritor agregaría poemas nuevos en sucesivas reediciones.
-Nadie nada nunca (1980): en la estela de las dos narraciones anteriores y también ambientada en Colastiné. Trabajado juego con los puntos de vista, se narra lo mismo, una y otra vez, desde la perspectiva de distintos personajes. La dictadura militar argentina es un telón de fondo discreto de la «acción» (porque en realidad no pasa casi nada) de la novela, en un ambiente enrarecido y oprimente. Publicada sin repercusión alguna el mismo año que Respiración artificial, primera novela de Ricardo Piglia, Nadie nada nunca es una de las cimas de la experimentación saeriana con la trama narrativa.
-El entenado (1983): primera de tres novelas "históricas", no por serlo en un sentido estricto del término sino por estar situadas en un tiempo lejano al que transcurren sus otras novelas. Ambientada durante la conquista de América, El entenado cuenta la historia de un grumete que vivió diez años entre los indios colastinés y volvió a Europa para escribir sus memorias. La prosa es impecable y, si bien se vuelve a un tipo de narración más inteligible, esta novela es un exquisito diálogo con los relatos de crónicas de viaje y, a su modo, constituye el mito de origen del espacio geográfico saeriano y, por ende, de su misma obra.
-Glosa (1986): Dos amigos, Ángel Leto y el Matemático, caminan durante veintiuna cuadras por una calle del centro de la ciudad y reconstruyen una fiesta de cumpleaños a la que ninguno de los dos asistió. Construida en relación con la estructura de El banquete de Platón, esta novela es una comedia genial sobre la memoria, el relato, el tiempo y la muerte. Algunos críticos la consideran su mejor novela, y el propio Saer la consideraba su favorita.
-La ocasión (1987). Con esta obra ganó el Premio Nadal: segunda novela ambientada en un tiempo pasado y desligada del marco principal de sus novelas, transcurre en la pampa argentina durante el siglo xix y la protagoniza un extranjero de origen difuso que se dedica al mentalismo. Refutado por los positivistas en París, Burton quiere demostrar la inferioridad de la materia respecto del poder del espíritu. La historia de su posible locura, mezclada con su obsesión por una mujer (metáfora del fracaso de su teoría), se entreverá con la historia del nacimiento de una nación.
El río sin orillas: tratado imaginario (1991): inclasificable obra, mezcla de ensayo, historia y novela. Su único parangón en la literatura argentina es, quizás, el Facundo de Sarmiento.
-Lo imborrable (1992): narrada por su personaje más famoso, Carlos Tomatis, esta novela es una suerte de monólogo lírico en el que se cuenta la salida de su protagonista a la vida luego de un largo período de depresión. Con el negro marco de la dictadura militar, la acción se desarrolla en 1981 y la novela constituye el cierre de una trilogía que comienza con La vuelta completa y continúa con Glosa (ambientadas las dos en el año 1961).
-La pesquisa (1994): la novela policial de Saer, esta obra tuvo un cierto éxito de ventas. De visita en la Argentina, Pichón Garay le relata a sus amigos el caso de un asesino serial que ataca a las ancianas en París.
-El concepto de ficción (1997): ensayos en los que Saer reflexiona sobre la obra de otros escritores, sobre nociones de crítica y teoría literaria y, más que nada, sobre su obsesión de siempre: la posibilidad de narrar.
-Las nubes (1997): tercera y última novela desgajada de su proyecto narrativo principal. Un manuscrito encontrado por los personajes de La pesquisa encierra la historia de una odisea por la pampa argentina protagonizada por unos enfermos mentales conducidos por un grupo de psiquiatras. Es el motivo, reincidente en la literatura argentina y en todas las literaturas, del viaje, que siempre se alegoriza para hablar sobre otros temas, en este caso retomando los tópicos de la novela anterior.
-La narración-objeto (1999): segundo libro de ensayos sobre literatura. Retoma temas y problemas ya desarrollados por Saer en El concepto de ficción, por lo que puede considerarse un complemento de aquel.
-Lugar (2000): último libro de cuentos de Saer. Este texto hubiera abierto, quizás, una nueva brecha en su recorrido narrativo, puesto que se vuelve a formas más elementales del relato y se sale del estricto marco espacial que delimitaba la narrativa saeriana. Sobresale un relato pseudo policial que es una continuación de La pesquisa.
-La grande (2005): la última novela de Saer es también la más extensa y ambiciosa. La acción transcurre a lo largo de una semana, día por día: el regreso del protagonista del cuento Tango del viudo a la ciudad, su reencuentro con su pasado y la organización de un asado en el que convergen por última vez los personajes del universo saeriano, conforman la trama de la novela. Summa literaria que cierra su ciclo novelístico, a pesar de ser un texto inconcluso.
-Trabajos (2005): artículos escritos para la prensa, con un formato breve y una gran condensación de ideas. Cierra el trabajo ensayístico de un escritor que, con mayor y con menor fortuna, se dedicó a opinar acerca de lo que más sabía: literatura.

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