¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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jueves, 10 de octubre de 2019

381. Clichés en la ficción: cuándo evitarlos y cuándo emplearlos



Se dice que estamos ante un cliché cuando lo que se nos muestra es una idea trillada, que se ha empleado con demasiada frecuencia y que ya no sorprende a nadie.

Chef francés típico, ilustración de Vectorcharacters

A la hora de escribir, tanto en narración como en guión, hay principalmente tres lugares donde podemos encontrarnos con clichés: en las metáforas, en los personajes y en las tramas.


Metáforas

Con frecuencia, para describir y ambientar, recurrimos a las metáforas. Nada como una buena comparación para que el lector se forme una imagen más exacta de lo que queremos contarle.

Esto no es una tarea sencilla porque la imagen que creamos tiene que resultar original y, al mismo tiempo, natural. Las comparaciones tienen que formarse en la cabeza del lector de un golpe, sin que haya que pararse a reflexionar sobre ellas. Hacen las veces de descripción, tienen que servir para que el lector comprenda lo que queremos contarle pero sin resultar tan enrevesadas que le hagan salir de la historia.

Por otro lado, si recurrimos a clichés (por ejemplo: «su sonrisa me deslumbró. Tenía los dientes como perlas»), aunque el lector comprenda lo que queremos decirle, la expresión está tan manida que no le estamos mostrando la sonrisa, sino que se la estamos contando. Y ya sabéis que la principal regla a la hora de escribir es “muestra, no cuentes”.

Personajes

Para analizar los clichés en este punto, tenemos que distinguir entre dos tipos de personaje: arquetipos y estereotipos:

Los arquetipos son patrones, modelos básicos de caracterización a partir de los cuales construir personajes más profundos que tienen la cualidad de poder viajar de cultura en cultura sin perder su fuerza.

Hércules es un arquetipo, así como el Quijote o Luke Skywalker. La guerra de las galaxias está llena de arquetipos. También El señor de los anillos: Frodo, Sam, Aragon, Faramir, Eowin… Todos ellos se basan en un arquetipo que se ha perfilado para añadirle peculiaridades que los hace únicos, pero sus motivaciones y el modelo sobre el que se han construido son universales, por eso funcionan en culturas tan distintas.

Los personajes estereotipo (a modo de ejemplo, creo que puede servirnos la imagen del post) son planos y llenos de tópicos. No aportan nada. Tal y como los describe Robert McKee en su libro El guión: «los estereotipos carecen tanto de contenido como de forma. Se reducen a una experiencia limitada de una cultura concreta disfrazada con generalidades».

Ojo: en ocasiones, si tomamos un arquetipo muy conocido y lo escribimos tal cual, corremos el riesgo de convertirlo en un cliché, a no ser que lo que pretendamos sea, precisamente, aprovechar la fama de ese personaje para reescribirlo y crear un paralelismo en otra época u otro contexto.

Tramas

Es tal vez el punto más peliagudo a la hora de evitar los clichés, porque no es nada fácil saber cuándo estamos siendo originales. Aquí habrá que tirar un poco de autocrítica e intuición, pero es mejor huir de ellos. No se trata de tener que rizar el rizo siempre, pero sí evitar las tramas tópicas porque serán previsibles para el lector.

Por ejemplo, el pasado fin de semana emitieron por televisión The italian job (la versión moderna del año 2003), una película llena de clichés y lugares comunes.

Uno de ellos: un personaje tiene el mismo trabajo que su padre fallecido (con el que tuvo una relación complicada) pero, mientras su padre era de la vieja escuela, este personaje lo realiza siguiendo las normas. Al final, cómo no, el personaje se encuentra en una situación que le obliga a recurrir a las técnicas de su padre y, metafóricamente, a reconciliarse con él… Un topicazo que se ve venir desde la primera mención que hacen sobre el tema.

Si no se manejan bien estos clichés en las tramas, lo que acaba pasando es que el lector ve a la legua lo que va a ocurrir, se aburre, se cansa y deja de leer. ¡Lo peor que nos puede pasar como escritores! :S

Cuándo SÍ podemos recurrir a los clichés

Ahora que hemos visto dónde es más fácil que caigamos en ellos y hemos de intentar evitarlos, veamos los momentos en los que sí tienen cabida los clichés:

1. Primer borrador: cuando escribimos el primer borrador de nuestro texto, lo mejor que podemos hacer es no obsesionarnos con los clichés, al menos con los clichés en las metáforas. Los clichés en las tramas y en los personajes deberíamos haberlos evitado ya en la fase de planificación del texto.

Si nos paramos demasiado a crear originales descripciones durante la primera versión, no avanzaremos. Es el momento de escribir. Si tienes que poner “dientes como perlas”, ponlo. Ya habrá tiempo para corregir y revisar esas cosas más adelante.

2. Diálogo: no siempre, claro está, pero a veces podemos dejar que se nos cuele un cliché en los diálogos. La gente habla así, recurre a refranes y expresiones conocidas; no todos los personajes pueden ser tan ocurrentes. De vez en cuando, podemos emplear clichés para los diálogos de un personaje para hacerlo más simple, más común.

No sé a vosotros, pero a mí me molesta muchísimo cuando me encuentro una historia donde todos los personajes de todos los diálogos tienen réplicas fantásticas y originales. No me lo creo. Y le resta peso a otros momentos de la historia.

Por ejemplo, en la película El sueño eterno los momentos que más disfruto son los diálogos entre Vivian (Lauren Bacall) y Marlow (Humphrey Bogart). Además de la química entre ellos, ambos personajes son ingeniosos y se retan a través de los diálogos, es un duelo. Pero las conversaciones que mantienen con el resto de los personajes no tienen este nivel, lo cual las hace creíbles y le da mayor importancia a la relación entre ellos dos.

3. Comedia y parodia: un género en el que funcionan bien es en el humorístico. Pero también aquí es fácil caer en los tópicos y no hacer gracia. Cuando recurrimos a los clichés como chiste ha de ser para darles otra vuelta de tuerca, para tomarlos como base y añadirles elementos nuevos que los hagan originales y divertidos. Nada fácil, lo sé. Pero si no hay reto, ¿dónde está la gracia?

4. Trama: al igual que en el punto anterior, podemos recurrir a los clichés siempre y cuando partamos de ellos para luego darles un giro sorprendente. Se trata de aprovechar el hecho de que el lector cree que sabe lo que va a ocurrir porque lo ha visto antes y, cuando menos se lo espera, se rompe el tópico y pasa otra cosa.

Eso sí, ojito con este juego porque corremos dos peligros:

Por un lado, el giro no puede ser gratuito, sino que tiene que estar justificado y tener sentido una vez que se desvela.

Por otro, hay que añadir otros elementos que mantengan al lector enganchado y con interés por la historia. Si el lector cree que sabe lo que va a ocurrir y no hay nada más que le retenga leyendo, es posible que se aburra y deje la lectura.

Bueno, y hasta aquí estas reflexiones sobre los clichés. ¿Qué os han parecido? ¿Estáis de acuerdo? ¿Se os ocurren otros sitios donde debamos evitarlos o podamos usarlos?


https://www.literautas.com/es/blog/post-3553/cliches-en-la-ficcion-cuando-evitarlos-y-cuando-emplearlos/



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