¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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jueves, 5 de septiembre de 2024

509- BIOGRAFÍA de FELISBERTO HERNÁNDEZ (1902-1964)

 




Felisberto Hernández



BIOGRAFÍA de FELISBERTO HERNÁNDEZ (1902-1964)

Felisberto Hernández nació en Montevideo, el 20 de octubre de 1902. Era hijo de Prudencio Hernández González y de Juana Hortensia Silva. Pasó su infancia en la casa que los abuelos paternos de Felisberto poseen en el Cerro. En 1908 tras escuchar a Bernardo de los Campos, un pianista ciego, decidió su vocación musical. Estudió en Escuela Artigas de Enseñanza Primaria. En 1915 conoció a un personaje que resultaría fundamental en su vida: Clemente Colling.

Empezó tempranamente a ganarse el sustento como pianista en varias salas de cine, debido a la mala situación financiera de la familia y también se dedicó a dar clases de piano.

En 1919 un viaje a Maldonado, a casa de su tía abuela Deolinda, le permitió conocer dos personas que serían importantes en su vida: Venus González Olaza, quien será su futuro editor y empresario; y también María Isabel Guerra, una maestra de quien se enamoró y con quien se casaría en 1925.

A partir de 1922 empezó a dar recitales. La compañía de Clemente Colling abarcó toda la cotidianeidad del joven pianista. No obstante, los otros miembros de la familia Hernández, que en un principio aceptaron al maestro como nuevo inquilino de su hogar se hastiaron del personaje poco social.

En 1925 publicó de Fulano de tal, costeada por un amigo del autor, José Rodríguez Riet. Tuvo su primera hija en 1926, pero la vida de giras de conciertos que llevaba le impidieron conocerla hasta los cuatro meses, y en ese mismo año murió Colling.

En 1927 dio su primer concierto en el Teatro Albéniz de Montevideo. En 1932 se unió profesionalmente al rapsoda Yamandú Rodríguez y presentaron un espectáculo en el Teatro París, de Buenos Aires.

Se divorció de su primera esposa y se enamoró de Amalia Nieto con quien se casó en 1937. El 8 de marzo nació su segunda hija, Ana María Hernández Nieto.

En 1939 ofreció un recital en el Teatro del Pueblo de Buenos Aires con notable éxito. A la vuelta a Uruguay fundó una librería, El Burrito Blanco, que fue un fracaso.

En 1942 la editorial González Panizza publicó Por los tiempos de Clemente Colling, por el que recibió un premio del Ministerio de Instrucción Pública, sin embargo su vida familiar se fue deteriorando en parte por la carestía económica que lo obligó a vender incluso el piano, lo cual fue definitivo para el abandono de la carrera musical para dedicarse de lleno a la literaria, impulsada por el premio del Salón Municipal de Montevideo. A partir de este año —y hasta 1956—, desempeñó tareas burocráticas en el departamento de Control de Radio de la Asociación Uruguaya de Autores. En 1946 una beca del gobierno de Francia le permitió viajar a París en octubre de este año. El 17 de diciembre Jules Supervielle lo presentó en el PEN Club de París, siempre leal a Felisberto, Jules Supervielle condujo a su amigo hasta las aulas de la Sorbona, donde éste leyó uno de sus relatos. Susana Soca editó en La Licorne el relato «El balcón»; y «El acomodador». En París conoció a María Luisa Las Heras, este romance se ampliará en Montevideo, donde la revista Escritura acababa de publicar otro de sus cuentos: «Mur». En 1949 contrajo matrimonio en Montevideo con María Luisa Las Heras y en la revista Escritura se publicó Las Hortensias. María Luisa era en realidad un espía soviética, pero se presume que Felisberto nunca se enteró, ya que él era ferviente anticomunistas, y poco tiempo después del matrimonio se divorciaron.

Su nuevo amor fue Reina Reyes, una profesora de pedagogía y escritora con quien inició un romance que duró hasta 1958, ella tuvo un papel decisivo ya que además de apoyarlo y de aceptar los vaivenes de su carácter, logró que lo admitieran como taquígrafo en la Imprenta Nacional y gestionó un permiso en el Ateneo montevideano para que pudiera tener acceso al piano de dicha institución, sin embargo Felisberto aprovechó que Reina fue hospitalizada tras un accidente, para mudar sus pertenencias y poco después se fue a vivir con María Dolores Roselló. Su salud se había ido deteriorando y sufría obesidad. En 1963 se le diagnosticó una leucemia, murió el 13 de enero de 1964. Su cuerpo, muy maltrecho y abotargado por la enfermedad, tuvo que ser evacuado por la ventana y tuvieron que ensanchar la sepultura para poder enterrarlo.

La vida de Felisberto Hernández estuvo llena de vicisitudes y pasiones y contradicciones, y del mismo modo su escritura fundó un nuevo modo, reconocido por escritores de la talla de Julio Cortázar, o Ítalo Calvino, quien escribió sobre Felisberto: "es un escritor que no se parece a nadie: a ninguno de los europeos y a ninguno de los latinoamericanos, es un “francotirador” que desafía toda clasificación y todo marco, pero se presenta como inconfundible al abrir sus páginas."


LA PELOTA [Minicuento - Texto completo.]  de Felisberto Hernández

https://ciudadseva.com/texto/la-pelota/

Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita -pronto para correr- yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta de que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar la otra. Y que no había más remedio que conformarse con esta. Lo malo era que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi cómo ella la redondeaba, tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea; aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo. Después de haberle dado las más furiosas “patadas” me encontré con que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolvía dar dos o tres vueltas más. En una de las veces que le pegué con todas mis fuerzas, no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa. Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento. Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de fiesta o estábamos tristes comíamos dulce de membrillo.) En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise pegarle una “patada” bien en el medio y bien fuerte; para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En almacén no quise mirar la otra, aunque sentía que ella me miraba a mí con sus colores fuertes. Después que nos comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle tirarle un pelotazo. Esperé sentado encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y al mirarla la encontré más ridícula que nunca; había quedado chata como una torta. Al principio me hizo gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que hacía al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si fuera una rueda.


Cuando me volvió el cansancio y la angustia le fui a decir a mi abuela que aquello no era una pelota, que era una torta y que si ella no me compraba la del almacén yo me moriría de tristeza. Ella se empezó a reír y a hacer saltar su gran barriga. Entonces yo puse mi cabeza en su abdomen y sin sacarla de allí me senté en una silla que mi abuela me arrimó. La barriga era como una gran pelota caliente que subía y bajaba con la respiración y después yo me fui quedando dormido.

1945

BIBLIOGRAFÍA

Fulano de Tal (1925)

Libro sin tapas (1929)

La cara de Ana (1930)

La envenenada (1931)

Por los tiempos de Clemente Colling (1942)

El caballo perdido (1943)

Nadie encendía las lámparas (1947)

Las hortensias (aparecida por primera vez en la revista uruguaya Escritura en 1949, publicada en 1950 por Editorial Lumen.)

Explicación falsa de mis cuentos ("manifiesto estético", aparecido en la revista La Licorne en 1955.)

La casa inundada (1960)

El cocodrilo (1962)

Tierras de la memoria (inconclusa, 1964)

ENLACES

https://www.escritores.org/biografias/172-felisberto-hernandez

http://www.felisberto.org.uy/

http://cvc.cervantes.es/actcult/fhernandez/default.htm

http://www.literatura.us/hernandez/index.html

http://www.elortiba.org/feliher.html

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/hndz/fh.htm

http://www.temakel.com/cuentofhernandez.htm

http://www.ucm.es/info/especulo/numero22/felisber.html

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