¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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jueves, 18 de marzo de 2021

440. Reflexiones

 


Llego a este momento de mi vida y la soledad es mi compañía.

Cuando vislumbraba el fruto, merecido por el esfuerzo de años de trabajo, y soñaba con el futuro de los hijos y porqué no con nietos, un acontecer del destino se llevó de mi lado a mi esposo, con apenas 54 años.

Hoy, cuando accedo al campo que tantas veces recorrimos juntos y miro esa llanura donde florecen cereales, pienso en los sudores pasados, y el presente acongoja el recuerdo.

Cuando camino por ese parque frondoso, verde de eucaliptus y cipreses que se elevan buscando el cielo, vuelvo, inevitable, a ese orgullo del momento, cuando me llevó a conocer la heredad que en la división de bienes con el hermano, había aprobado.

Entonces era campo raso, donde faltaban: vivienda, corrales para el ganado, galpones para el resguardo de los enseres del trabajo diario. Sombras que cobijaran el descanso, luego de agotadoras  labores campesinas.

Allí… no había nada, era un solar esperando brazos que abrieran los surcos del mañana.

El lugar, había sido parte de la estancia “La Guasuncha”, ahora loteada, propiedad de una conocida empresa del Norte santafesino, cuestionada por la explotación que hacía del quebracho colorado.

Poco después, con el personal, levantaron un solitario galpón que hizo de temporaria vivienda en la emergencia. Cuando regresaba a casa en el pueblo, mi esposo me contaba cómo crujían las chapas en las tórridas siestas del verano, cuando el sol ardiente las abrazaba.

No había electricidad. No había teléfonos. Alrededor sólo había silencios. 

Un silencio que quebraban a veces coros estridentes y el batir de alas verde esmeralda, que raudas surcaban el cielo, buscando el reparo y la sombra en lejanas isletas de eucaliptus, que se divisaban en lontananza.

Luego llegaron las travesías por guadales de tierra para acceder al lugar. Más de cien quilómetros nos separaban del mismo.

El camino que hacíamos orillaba los pueblos de Morteros, Suardi, San Guillermo, Villa Trinidad, Arrufó, La Rubia, Hersilia, para desde allí continuar unos 36 quilómetros  y llegar. Otro camino de costumbre era pasar por Palmeras, Curupayty, Arrufó, La Rubia, para por la Ruta 34 llegar a Hersilia. Sin dudas un largo periplo para los regresos.

Y hubo que ponerle un nombre a la heredad, para responder a los requerimientos del fisco.

Xavier, el retoño segundo de la familia lo sugirió y fue aceptado. Una airosa planta maderera, novedad del momento y oriunda de Misiones, que se levantaba en el patio de Lorenzatti, el vecino de enfrente de nuestro solar en Morteros, fue  la sugerente. De sus ramas emergían grandes hojas y se cubría de flores en la primavera. La llamaban “El Kiri” y sonaba lindo a los oídos.

Grande fue nuestro asombro, cuando en una de las tantas noches que pernoctábamos en el campo, y salíamos al exterior para disfrutar del cielo oscuro tachonado de estrellas, mirando el firmamento oscuro que envolvente descendía sobre la vivienda recién levantada, divisamos a lo lejos y hacia el Norte, un fulgor de luces que mantenía su brillo  perenne en la distancia,  durante toda la noche. Entonces, toda luz nocturna en el lugar era escasa y provenía de faroles o lámparas a keroseno.

Y se nos develó el misterio. Llegaba el progreso.

Se había instalado a pocos quilómetros, el campamento de la empresa Saopín, que construiría la ruta pavimentada que uniría las ciudades santafesinas de San Cristóbal y Tostado: la Ruta 2 que avanzaría hacia Santiago del Estero.

Desde San Francisco, Córdoba, hacia el Norte de Santa Fe, no había aún caminos pavimentados que unieran la Ruta 34 con el Noroeste cordobés.

Sin embargo, esa presencia que tanto celebramos entonces, terminó  ocasionando dificultades a superar, a los productores del lugar, durante largos años.

Cada lluvia abundante que llenaba de agua el noroeste cordobés, desbordaban los canales N°3 de Hersilia y N°4 de Ceres y todo el caudal acuífero se decantaba contra la Ruta 2 que hacía de dique contenedor, por la falta de puentes y alcantarillas para el paso de las corrientes.

Vanos fueron los reiterados pedidos de auxilio de los productores a las autoridades de la Provincia. Hubo quién llegó a sembrar las semillas con un avión.

Tanto fueron ignorados, que se unieron una noche para dinamitar la ruta.

Y en el ínterin, se fue despoblando la zona.

La usina lechera que recogía la producción láctea cerró sus puertas, por que cerraban los tambos por falta de caminos transitables. El personal de trabajo tambero, se mudó a las ciudades, a ser parte de las villas de la periferia.

Cuando mentalmente recorro el lugar que conocí en 1970 cuando accedí a él, me apena comprobar cómo, una zona productora que tanto prometía, fue abandonada por la desidia de gobiernos de turno.

La Estancia que había sido loteada, junto a tantas otras que había en la zona, eran políticamente cuestionadas por las ideologías, pero que en el pleno ejercicio de sus labores, movían la producción intensiva ganadera del lugar.

Cuestionaban a la empresa ahora desmembrada, pero los nuevos y pequeños productores nada pudieron hacer para defenderse de políticas que abandonaban el lugar. El Norte santafesino del Departamento San Cristóbal, donde se concentraba el mayor número de cabezas de ganado por hectárea, quedó a la deriva.

Las inundaciones, los valores discontinuos de la producción y los malos caminos, se llevaron a la gente laboriosa y el progreso del lugar.

La Escuelita, que un Gobernador visionario había declarado Albergue y la proveyó de paneles solares, también bajó los brazos. Ahora, son más los días que, con o sin razón, faltan los docentes por malos caminos y se deterioró la educación de los niños que deben hacer quilómetros para llegar.

¿Qué no supieron o no quisieron hacer las autoridades que religiosamente reciben los sueldos con nuestros impuestos?

Ahora, extensiones del suelo de menor calidad, donde la siembra de granos es inútil, se llenaron de tacurúes y chañares, donde no entran las máquinas. Y falta la ganadería.

Hoy, los pool de siembra hacen su agosto en la zona, porque soportar el costo para sostener la economía se hace oneroso para el pequeño productor rural cuando no reditúa la cosecha, siempre impredecible.

No hay caminos, la extensión de la red de luz eléctrica es costosa y de segunda y en la era de la tecnología, es necesario buscar un inesperado lugar para lograr comunicarse con el resto del mundo.

¿Así cree el pueblo, que el hombre de campo es el terrateniente explotador de la clase humilde?

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