¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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lunes, 13 de septiembre de 2021

464. EMOCIONES

 

                                           

Fronteras con el indígena en Mar Chiquita y distribución de los fuertes. Línea continua: 1858-1865, línea punteada: 1865-1869 (Punzi 1997). 

El mapa es de este  sitio:

  https://www.promarmarchiquita.com.ar/documentos/archivos/capitulo_historia_problamiento_humano.pdf



Son de aquellos candorosos días de mi niñez, las emociones que acuden fuertes al arcón de mis memorias.

Invariable, los recuerdos me llevan siempre a una casita blanca, en un campo donde un día asomé a la razón.

Un amplio patio la rodeaba. Al sur, un monte de paraísos y un importante ombú le cortaban las furias de los vientos que antecedían a las tormentas. Y del lado norte extendía su sombra protectora, un imponente muro  de eucaliptus.

Ese era mi hogar. En Colonia Tacurales.

__ Un lugar con historia__ siempre decía papá.

Un campo que heredara de Andrés, su padre, que lo recibiera de Francisco, su abuelo. Y que compartía con los hermanos.

En la época de levantar los granos llegaban los tíos para colaborar con las trillas. El patio era un hervidero de gente y rondas de tareas. Los veíamos alinear caballos que uncían a las máquinas. Y luego partir, para cumplir con la labor del día.

Cuando llegaba la noche y el momento del descanso los convocaba a la cena, con mis hermanos asistíamos asombrados a las conversaciones que solían tener.

Anécdotas. Apariciones. Chismes. Todos eran temas para comentario, que a nosotros los niños, nos descubrían mundos nuevos, llenos de magia que nos llevaban a senderos de misterios.

Mucho de lo que hoy rememoro viene de esos días. Pero lo que más me impactó fue cuando una noche abordaron el tema de la historia del lugar, que papá mencionaba a menudo y por la que yo nunca había indagado.

Y hablaban de indios y de soldados. De un Fuerte y de un boliche que había existido en el linde sur del campo donde estábamos, aledaño al camino en diagonal, que entonces demarcaba una frontera.

Lo que recordaban venía del siglo pasado, tal vez allá por el año 1870, en la época de los primeros inmigrantes que llegaron al lugar. Cuando los soldados de cuatro Fuertes patrullaban la línea de frontera y brindaban protección.

Historias que se habían trasmitido de boca en boca y perpetuado en la memoria de los lugareños.

Esa noche, el boliche de “Doña Rosa” fue el tema elegido por papá y los tíos. Por los comentarios que hacían, dedujimos que conocían el lugar donde había estado emplazado. No tuve entonces la precaución de registrarlo en mi memoria y hoy, no hay  quién  pueda indicarme el lugar exacto.

El boliche de “Doña Rosa” había sido un parador necesario. Allí se realizaba el trueque de provisiones para la subsistencia de los soldados del Fuerte. Los indios, en paz con los blancos, también se acercaban al lugar para comerciar. 

El comentario de esa noche, era que en cierto lugar del campo, con el arado levantaban restos de ladrillos, lo que hacía verosímil la existencia del boliche. El tío Hipólito contó también, que había encontrado allí una planchita maciza de hierro, de las que antes se usaban para planchar la ropa. Tampoco recuerdo el final de esa planchita.

En nuestras cabecitas, todo lo que oíamos era extraordinario. Imaginábamos a los indios rondando por el campo y a partidas de soldados recorriendo ese camino en diagonal.

Pero la charla familiar de esa noche, a nosotros los niños, nos llevó a la cama impresionados, al enterarnos de las razones que habían motivado la desaparición del boliche. Todo había sido por una pelea entre indios y parroquianos, que había terminado con un muerto.

Y para concluir, dijeron que el Ejército Argentino, por lo acontecido, había enviado a una partida de soldados con la orden de arrasar con todo y borrar el boliche del lugar.

Orden que cumplieron eficientemente.

Papá y los tíos decían que por los restos que hallaban en el campo, ese parador no estaba muy lejos del Fortín “Los Tacurales”.

Hoy un mangrullo recuerda el lugar de los probables emplazamientos

                                                   Esperanza Chiapero

 

 

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