En numerosas culturas prehistóricas, la tierra era
reverenciada como la madre de todos y morir era regresar a su vientre.
Existen antiguas leyendas, griegas, egipcias, babilónicas,
sumerias, escandinavas, etc. y otras en América, que tenían deidades femeninas
como reverentes de esta creencia y el culto a las diosas estaba muy arraigado.
En esas culturas la mujer era considerada
y respetada como dadora de vida.
La estatuilla más antigua de una diosa que avala este pensamiento y del
que se tiene conocimiento y encontrada en una región de Austria, es la de la Venus
de Willendorf cuya data, según los
científicos, es de alrededor del año 22.000 al 20.000 a. c.
Una de esas leyendas dice que Gea, la deidad de la Tierra y
diosa en el Olimpo, reinaba en el mundo y su poder se asentaba en el Oratorio
del Monte Parnaso de Delfos, donde pitonisas (adivinas), eran consultadas por
predicciones. La diosa, regaló luego su reinado a Apolo Pitia, el Dios de La Luz y La Verdad, quién
continuó delegando en ellas el futuro.
El santuario de Delfos, en la ladera del monte Parnaso, según
teóricos de la historia, fue desde antiguo, un lugar de peregrinación
religiosa. Allí acudían por consejos, con plegarias a sus dioses, creyentes de
los alrededores del mundo conocido de entonces.
La primera Pitia (pitonisa)
dice la leyenda micénica, se llamó Sibila, nombre que al día de hoy, invita al
misterio y a la hechicería. El mérito para la selección de las adivinas debía ser,
por sobre todo, su buena conducta, y era de por vida y con el compromiso de
vivir para siempre en el santuario.
Existen grandes hechos, perfectamente documentados por
autores de la Antigüedad y en el ideario atribuido a héroes de guerras de
civilizaciones pasadas, que dicen que éstos héroes, antes de involucrarse en
una lid guerrera, se arrodillaban ante las pitonisas, en consulta de si era
conveniente que participaran de ellas.
Sus profecías las hacían después de beber el agua de un
arroyo que corría en una grieta abierta entre las rocas, debajo del santuario, y
de donde manaban vapores gaseosos que las inspiraban. Las predicciones
solicitadas a las pitonisas se celebraban sólo el día 7 de cada mes y los
consultantes llegados de los confines, eran de todo tipo, desde grandes reyes
hasta gente pobre.
Los estudiosos del tema están asombrados ante el hecho, de
tener que asimilar los grandes aciertos en las predicciones de las pitonisas, y
deducir el conocimiento que debían poseer para emitir consejos y de cómo, la fe
del consultante en sus dichos era tal, al punto de que si se equivocaban,
atribuían el error a una mala interpretación de parte de ellos y no a los
dichos del Oráculo en sí.
Grandes decisiones políticas se tomaban con sus consejos y no
se fundaban nuevas colonias sin su consentimiento.
La situación del Oráculo y de Delfos como centro del mundo de
entonces, le fue confiriendo un prestigio especial en el tiempo y en la
historia.
Se desarrolló así en la meseta del Parnaso, un núcleo urbano
protegido por murallas, que fue cuna de las musas de las grandes culturas y un
ámbito donde se desarrollaban encuentros musicales y deportivos. Allí nacieron
los Certámenes Pitios en honor al Dios Apolo y el Olímpico, celebrados cada
cuatro años, indistintos; estos últimos se celebran, conmemorativos, en la
actualidad.
El Oráculo tuvo su apogeo entre el año 1400 a. c. al 381 de
nuestra era.
Inició su período de decadencia en el 590 al 338 a. c. a
causa de luchas sagradas internas por el predominio religioso y por grandes
terremotos que destruían los Templos teniendo que asumir el costo de
restaurarlos, hasta que Filipo II el rey Macedonio, aliado a los persas, se
hizo cargo del enclave al ganarlo en una guerra.
En el 197 a. c. Filipo V entonces rey de Roma vence a los
persas y se queda con todo el control de Delfos.
En el 50 d. c. el emperador romano Nerón prohíbe el culto ya
muy pobre del Oráculo y Adriano en el 116 d. c. lo restaura nuevamente.
Hasta que en el año 315 d. c. Teodosio I lo cierra para
siempre, aduciendo que las olimpíadas eran un homenaje a un dios pagano. Era la
época en que el Oráculo era visto como un acérrimo paganismo por la iglesia de Roma y la ortodoxa del
Oriente, entonces unidas.
La ciudad de a poco fue quedando enterrada y los restos de
los templos saqueados, fueron reutilizados para la sede de nuevos arzobispados.
Y cuando los estudiosos de la posteridad, los que leían La
Ilíada, a Homero y analizaban a los dioses del Olimpo de esas épocas remotas, imaginaron
la existencia de ese lugar, su interés los llevó a investigar. Y en el año 1840,
descubren asombrosos vestigios arqueológicos que atribuyen al Oráculo
desaparecido.
Años después, en 1881 y de común acuerdo, griegos y
franceses, mudan a Krista, la ciudad que se asentaba sobre Delfos y comienzan a
desenterrar la joya arqueológica que hoy
alumbra una época de dioses mitológicos y leyendas, confirmando lo que hasta
entonces era sólo utopía.
Delfos, centro de creencias y peregrinaciones es el primer
Vaticano místico de la Historia.
Sentimientos y devociones religiosas de diferentes civilizaciones
que las épocas cuentan y fervor de seguidores que el paso del tiempo, no logra
desarraigar.
1 comentario:
¡Muy interesante tu publicación!
Felicitaciones por tu esfuerzo. Ya sabes: La práctica hace al maestro.
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