El cielo en mis brazos,
lucero en mi
alborada
y estrellita en mi anochecer.
Capullo de rosa,
que regaré con amor
aunque
tus espinas
me lastimen.
Torbellino de ternura,
que me
hará girar, girar
y dividirme en mil partes.
Rey y tirano,
al que
tendré que servir
con la sonrisa en los labios
y el corazón en la mano.
Flamita que hará arder y
florecer con renovados ímpetus
mis fuerzas.
Un millón de razones para mi existir…
mi
ilusión, mi esperanza,
un
trozo de mi ser,
mi
comienzo y mi final.
Eres la vida misma.
¡Eres, mi nieto!...
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