Mis ojos velados
por negra mortaja,
te vislumbran allí,
clara, pura, lejana.
Todo en mí, clama por ti.
Todo en mí, clama por ti.
Mi boca, sin sus
preciosos efluvios,
te ansía con dolor.
Mi cuerpo, del que
fluyen a borbotones
ríos purpúreos.
Mi vida se apaga,
sin el consuelo de llegar
a beber la gloria de tu agua.
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