¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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domingo, 26 de mayo de 2019

355. Consejos para crear personajes



Consejos para crear personajes 
Hoy voy a encarar un nuevo texto, que también iré publicando en partes, sobre la creación de personajes. Si bien es un tema del que he hablado en dos ocasiones: sobre las pautas a tener en cuenta para crearlos y este en el que les proponía algunas preguntas clave para hacerles a los personajes y definir así sus características, este es un tema absolutamente relevante en la escritura al que considero conviene volver una y otra vez para poder mejorar. El éxito de una historia reside sin duda en la forma en la que presentamos a los protagonistas. Debemos conseguir que los lectores empaticen con él y para eso, en primer lugar, debemos hacerlo nosotros.


El difícil arte de escribir
A esta altura ya todos sabemos que las historias se construyen como las casas: ladrillo a ladrillo. No podemos pretender crear un universo de la nada sin esfuerzo; así que lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de lanzarnos a la escritura de un relato es a que tendremos que hacer miles de pruebas ya que muchas de ellas saldrán mal. De hecho, es muy posible que tengamos que comenzar numerosas veces nuestra la narración y, sobre todo, que hasta que definamos el perfil de nuestros personajes tengamos que arrojar muchos bocetos al cesto de la basura.

Si conoces las dificultades que exige el arte de escribir y pese a ello estás convencido de que es lo tuyo, entonces, ahora sólo resta ponerse manos a la obra. A lo largo de estos textos te iré contando y dando pautas para crear a tus personajes teniendo en cuenta su entorno, sus gustos, sus deseos y aquello que les motiva. ¿Iniciamos juntos el viaje?



La coherencia en la creación de personajes
En lo que respecta a los personajes en particular, debes recordar que sin ellos no hay historia. Esto significa que un especial énfasis en la elaboración de sus características, sus rutinas y sus gustos puede ser una magnífica forma de encarar la narrativa de raíz y de proponerte un trabajo serio y responsable.

Antes de comenzar debes pensar en cómo serán los personajes; para ello tendrás que analizar no sólo sus características físicas y emocionales sino también las de su entorno. Pero, antes que nada, recordar que los personajes no siempre son animados.

Pensemos por ejemplo en «Vendrán lluvias suaves» de Ray Bradbury. Todos los personajes son artefactos, electrodomésticos, sistemas mecánicos, y sin embargo el cuento se encuentra lleno de vida, porque cada uno de esos objetos se encuentra definido con exactitud. Animados o no los personajes tienen que tener una motivación y una razón de ser, y para eso es fundamental que encontremos una relación directa entre lo que queremos contar y lo que esa historia significa(rá) para los personajes. Este es un trabajo que debemos hacer antes de sentarnos a escribir.

Personajes y entorno
Vivimos en un entorno que nos transforma y que nos incentiva a mejorar en el mejor de las casos. Aquello que vemos a nuestro alrededor repercute en las cosas que intentamos y en la vida que llevamos; y lo mismo les ocurre a los personajes en las historias. Por eso, antes de dotar de cualidades o características a nuestros personajes debemos definir cuál será su entorno. Es fundamental que logremos crear una relación coherente entre él y el mundo que habita para que la historia sea creíble.

Definir el entorno, como hemos visto en los artículos sobre la construcción ambiental, es no sólo determinar en qué espacio físico se desarrolla la vida del personaje sino cuáles son las relaciones humanas vitales para él, de qué trabaja, etc. Los gustos, obligaciones, deseos y demás intereses de los personajes se ven absolutamente ligados al grupo social y humano al que pertenece, de ahí que saltarse este punto puede ser pésimo para el desarrollo de una buena historia.

De la ilustradora y escritora Beatrix Potter (1866-1943)


Consecuencias de la historia en los personajes
Estas son algunas de las consideraciones a tener en cuenta antes de sentarnos a escribir. Si trabajamos correctamente en ellas es posible que el resultado nos deje satisfechos. Y la mejor forma de saber si hemos logrado nuestros objetivos al presentar un personaje es analizando el arco de aprendizaje que éste ha experimentado a lo largo de la historia.

Todo lo que nos ocurre deja consecuencias en nosotros y no existen excepciones respecto a ello con los personajes de las historias. A lo largo de la historia, estas criaturas van transformándose; a veces para dirigirse a una vida más positiva-productiva y en ocasiones, hacia la perdición. En ambos casos hay un arco de aprendizaje, en ambos casos las situaciones los modifican. Si al terminar nuestra historia, nuestro protagonista es exactamente igual a como era al comienzo, entonces deberemos trabajar con más esmero, puesto no hemos logrado crear un personaje que se encuentre realmente vivo en nuestra narración.

Como podrás notar, haber definido estas cosas con antelación puede sernos de gran ayuda para encarar una escritura clara y obtener buenos resultados en nuestro trabajo. Y recuerda también que la mejor forma de aprender es dejándonos guiar por los que saben; así que lee mucho y analiza a los personajes de tus historias favoritas para aprender tus propios trucos de creación de personajes. Vuelvo a Bradbury, para recomendártelo especialmente: pienso que es un muy buen ejemplo si buscamos aprender a crear personajes, porque la concisión de su escritura nos permite comprender el gran trabajo de fondo que se ciñe sobre su narrativa.

https://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/consejos-crear-personajes


sábado, 25 de mayo de 2019

354. Pautas para crear personajes






Pautas para crear personajes

Raskolnikov («Crimen y Castigo» de Fiódor Dostoyevski), Leola («Historia del rey transparente» de Rosa Montero), Daniel y Miguel («Los hijos muertos» de Ana María Matute), Aliosha («Los hermanos Karamazov» de Fiódor Dostoyevski), Miriam («Miriam la conspiradora» de Hugo Wast), Alejandra («Sobre héroes y tumbas» de Ernesto Sábato) y Azabache («Azabache» de Anna Sewell)… son tan solo algunos de los personajes que me han acompañado a lo largo de la vida. Influyendo sobre mis decisiones, algunos más que otros, cautivándome y enseñándome.

La primera vez que leí «Crimen y castigo» fue hace ya unos 15 años; sin embargo, todavía recuerdo las sensaciones que me produjo ese estudiante turbado y deseoso de hacer justicia. Recuerdo que también pensé que algún día escribiría una historia con un personaje tan intenso como él. Aún no lo he hecho. Y, lo cierto es que no creo conseguirlo jamás. Aunque soñar y sobre todo, ponerse altas metas, no creo que pueda considerarse nunca como algo negativo.

Comienzo así este artículo que tratará sobre eso, los personajes. Después de leer bastante sobre el tema he pensado que sería apropiado compartir con ustedes una serie de pautas que me han parecido bastante útiles. Espero que a ustedes también les resulten así.



¿Cuántos protagonistas y cómo son?
Al sentarnos a escribir una novela una de las primeras cosas que tenemos que tener en cuenta es cómo será el o los protagonistas. Cabe mencionar que los personajes fundamentales de una historia pueden ser protagonistas o antagonistas. E incluso, en algunas obras ambos conviven y aportan el equilibrio necesario a la narración.

Debemos saber primero cuántos protagonistas tendrá la historia, ya que en el manejo de la trama y la tensión entre personajes podremos encontrar el equilibrio. En el caso de que existan varios debes pensar en si serán plurales (todos comparten un mismo objetivo y son afectados por los hechos de forma similar) o protagonistas múltiples (cada uno tiene objetivos individuales e incluso en ocasiones el beneficio de uno trae dolor a otro).

Para construir un personaje debemos conocerlo. Al margen de la participación que tenga en la historia, como autores tenemos la obligación de saberlo todo sobre ese personaje: ¿qué vida tuvo? ¿por qué actúa como lo hace? si tiene manías, ¿cuál es el timbre de su voz?, etc.

Todo esto nos ayudará a enfocarnos en lo fundamental, que es conseguir personajes creíbles y que se apoderen de la imaginación del lector.



Algunos autores y sus personajes
Cuando en 1963 Cortázar escribió Rayuela, posiblemente no imaginó la fama que tendría esa mujer bohemia, La Maga,y lo que obraría en la literatura. Pero no todo está tan pensado como parece. De hecho, el propio Julio afirmó que no sabía por qué ese personaje tenía el pasado que tenía. Pero dijo que, la historia que ella cargaba solo podía haber tenido lugar en un conventillo. Y consideró que «El Cerro» era el mejor lugar para ubicarla, por eso ella es montevideana.

¿Y si pensamos en el personaje de «Carrie» de Stephen King? ¿Por qué esa niña, por qué en ese lugar? King declaró en alguna ocasión que siendo joven le había tocado limpiar un vestuario femenino. Muchos años después, recordando aquel escenario, supo que ahí podía comenzar un relato. Según lo expresó, había leído que la facultad de mover objetos con la mente es más común en las niñas y que generalmente tiene lugar en la etapa de desarrollo. De ahí las características de este personaje.



Por su parte, Ray Bradbury decía que creaba los personajes para que vivieran su propia vida.
Creo que éste puede ser uno de los mejores consejos que podemos recibir. Si creamos entidades fuera de nosotros mismos, ellas vivirán más allá de las propias historias y entonces, podrán inspirar y acompañar a los lectores de una forma que no podemos ni imaginarnos.

Para Ray no era él quien creaba a los personajes sino ellos quienes lo creaban a él; porque le iban mostrando el propio camino, ayudándolo a crecer, a ponerse a prueba. Y una de las cosas en las que más detenimiento ponía era en que los personajes vivieran al límite de sus pasiones y de sus emociones. Decía:

 Y agregaba que le gustaba vivir las historias mientras las escribía, por lo que intentaba no aferrarse a un plan preconcebido, sino ir tras la trama a medida que ésta se iba desarrrollando.


Según Rosa Montero en la mente del autor la construcción del personaje es todo un proceso. Comienza como una imagen, una frase o un gesto y se va formando lentamente. Es como si se tratara de un núcleo sustancial desde el cual se fuera construyendo ese individuo. Y, según esta autora madrileña, el autor debe vivirse a través de ese personaje; es decir, que el propio éste le enseña cómo es, qué puede hacer, cuál es su historia, etc.



Aspectos importantes de un personaje
En narrativa una de las cuestiones fundamentales para un autor es dar con los protagonistas ideales, los cuales deben ser multidimensionales y, sobre todo, gustar al lector.

Como autores debemos creer que del trabajo y la exactitud que pongamos en moldear a nuestros personajes dependerá la credibilidad y homogeneidad de nuestra historia. No estamos hablando de éxito, sino de historias bien acabadas. Muchas veces una cosa lleva a la otra, pero no siempre van de la mano.

Algunas de las tareas a los que deberíamos prodigarles una gran atención son:

* Crear personajes auténticos: todos deben ser diferentes entre sí. Y cada uno debe tener algo que lo haga especial, que lo haga sobresalir del resto. Incluso los secundarios conviene que tengan algo que haga que el lector se sienta atraído a conocerlo. Por otro lado, es la tensión que seas capaz de crear entre personajes, lo que te llevará a un conflicto claro e interesante, o no.

* Buscar la coherencia: esto solo puede lograrse con un completo conocimiento de los personajes. La coherencia es seguramente una de las cosas más difíciles de conseguir, porque a veces deseamos un personaje confundido, que no tenga claro lo que espera de la vida y que actúe de formas inconexas. Lo que debemos saber es que la coherencia al escribir no reside en la creación de personajes estables y seguros de sí mismos, sino en lograr un sentido dentro de lo que no tiene sentido. Es decir, que al crear un personaje incoherente, debemos conseguir que sus actos y toda su vida tenga un sentido dentro de la historia, aunque sus actos sean de lo más descabellado.

* Jugar con el factor sorpresa: es una de las cosas que más atrae a los lectores. Nos gusta asombrarnos y sentir que lo que considerábamos como verdad infalible, de pronto no es tan cierto. Los giros en el hilo narrativo pueden aportarle inteligencia a la historia y, sobre todo, ser sumamente atractivos para el lector. Una de las mejores formas de trabajar con la sorpresa es llevando al protagonista a situaciones inesperadas y hacerlo reaccionar de una forma en la que el lector no se espere. Pero ¡ojo! en este punto también hay que pensar detenidamente acerca del sentido y respetar lo expuesto en el punto anterior.


* Conocer con claridad los objetivos: toda historia debe ser escrita por algo. Si aún no tenemos claro por qué vamos a sentarnos a contar la nuestra, lo mejor es que primero lo resolvamos. Son muchísimas las historias que se nos ocurrirán en la vida, de las cuales muy pocas llevaremos al papel. Por tanto, es importante que sepamos por qué trabajar en esa trama, saber qué es lo que queremos contar. Y, una vez lo tengamos claro, que pasemos a pensar en esos personajes y en sus propios objetivos.

Por supuesto que para escribir una buena historia no basta con tener todo esto en cuenta. Incluso no podemos afirmar (sería muy necio de nuestra parte) que ésta es la única forma posible de crear buenos personajes, pero me parece interesante que nos empapemos de la experiencia de otros autores para saber hacia dónde caminar y comprender cómo concebimos los personajes nosotros.

https://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/pautas-para-crear-personajes


353. Controlar el ritmo en una historia



Controlar el ritmo en una historia
Cuando comenzamos a escribir lo tenemos clarísimo. Estamos tan convencidos de que esta será la mejor historia de todas que apenas nos detenemos a medir la estructura y a analizar el destino de nuestro trabajo. Y nos decimos, esta vez sí voy a terminar de escribirla y conseguiré publicar esta novela. Pero pasan los meses y notamos que nuestra genial historia ha sufrido una pequeña metamorfosis, pasando de increíble a menos genial, después a algo pesada hasta convertirse en la peor historia que se nos pudiera ocurrir. Y, una vez más, como ya lo hemos hecho con anterioridad, desistimos y nos ponemos con otra historia que comienza siendo única.

Y así, nuestro ordenador queda colapsado de varios gérmenes que podrían haber resultado en una buena novela pero que no hemos sabido manejar de la forma adecuada, y la hemos condenado al olvido. Pero ¿por qué nos sucede esto? La respuesta es sencilla: no somos capaces de controlar el ritmo de principio y a fin y nuestras historias comienzan con una buena intensidad pero se van opacando y van perdiendo velocidad hasta que se esfuman.

Cuando hablamos de ritmo no nos referimos a la acción vertiginosa y a las novelas policiales. El ritmo es un elemento que no debe faltar en ningún tipo de historia. El control del ritmo nos permitirá mantener al lector atento mientras lo llevamos a través de ese viaje que hemos pautado en nuestra historia. Aquí les dejo algunas cuestiones que resultan de real importancia a la hora de encarar la escritura.



Historias en las que no pasa nada
Hace unos días leí un texto (no recuerdo la web en la cual se hallaba publicado; lo siento) en el que se nos recordaba algo muy importante: en una historia son tan malos los momentos en los que hay un exceso de acción, como los capítulos sucedáneos protagonizados por la inacción, momentos en los que no ocurre nada.

Según el autor de dicho artículo, ambos fallos responden a la inseguridad del escritor de sentirse capaz de mantener al lector atento durante toda la historia; esta razón lo lleva a recurrir a acciones descabelladas y situaciones estrambóticas que atraen, pero que al final terminan resultando poco creíbles. Me parece una gran verdad: a veces creyendo que sorprenderemos al lector terminamos ofreciéndole una historia poco cercana o creíble que hasta nosotros dejaríamos de leer si nos topáramos con ella.

Encontrar el equilibrio entre los momentos en los que suceden cosas importantes y aquellos en los que no pasa nada es fundamental para dotar a nuestra historia del ritmo adecuado. Es una forma idónea para permitir que el lector conozca de cerca a nuestros personajes, en situaciones normales, para poder entender quiénes son, qué hacen, de qué cosas disfrutan en un día corriente. Es por tanto muy importante recordar que el exceso de acción puede traer como consecuencia que el lector se acostumbre demasiado a que siempre está pasando algo y pierda el interés.

Pero, así como el exceso de acción puede cansar al lector y llevarlo a abandonar la lectura, lo mismo ocurre si en la historia no ocurre nada. Si durante páginas y páginas sólo hay descripciones, razonamientos e imágenes. Por eso, para conseguir que el ritmo se mantenga es importante que haya una relación simétrica entre los momentos en los que ocurren cosas y cuando no sucede nada.


Signos de puntuación y lectura en voz alta
Los signos de puntuación son importantes. Sí, eso ya lo sabemos. ¿Lo sabemos realmente? ¿Hablan nuestros textos de esta certeza? Construir una historia donde cada coma esté por algo, para permitir que el lector respire y pueda disfrutar completamente de la novela, es fundamental. Para eso existen los signos de puntuación y ninguna obra será considera interesante si no hace un buen uso de ellos. La puntuación es una de las principales responsables del ritmo de nuestras historias.

Para comprobar que hacemos un buen uso de los signos es una buena decisión leer nuestra historia en voz alta para poder captar aquellos fallos o defectos que no aparecen a la vista en la lectura silenciosa. Para ofrecer una experiencia de lectura fluida debemos evitar la reiteración de los nombres y de ciertos complementos que nos sirven como nexos del texto. Al leer en voz alta podremos comprobar dicha fluidez. Recordemos también que son más efectivas las frases cortas que las oraciones extensas y llenas de complementos.

Abandonar una historia porque ya no nos satisface parece ser una decisión que hemos tomado muchos escritores alguna vez; no obstante, algunos tenemos una extraña fascinación por ese escribir compulsivo del comienzo que nos lleva a abandonar casi todo. Una buena forma de trabajar contra ese miedo de terminar puede ser trabajar intensamente y buscar que el hilo de nuestras historias permanezca intacto a lo largo del tiempo y nos ayude a mantener el ritmo para escribir una novela que nos deje medianamente satisfechos. ¿Se animan a poner en práctica estos consejos?


https://www.poemas-del-alma.com/blog/taller/controlar-el-ritmo-en-una-historia

jueves, 16 de mayo de 2019

352. Siete formas efectivas de escribir para enganchar al lector





¿Para qué escribes, si no es para que te lean?
Por tanto, tienes que escribir para enganchar al lector. Este no te va a dar muchas oportunidades y, si tu historia no le resulta atractiva e interesante, cerrará el libro sin más contemplaciones.
Pero hay determinados aspectos de una lectura que pueden dar al traste con su atención.
Para que tu historia cautive al lector y que este siga leyendo página tras página, importa tanto la historia que cuentas como la manera en que la cuentas. Incluso puede suceder que una historia no tan buena, bien contada, sepa ganarse al lector.
Así que lo mejor es que conozcas la diferentes maneras en que debes manejar la trama, los personajes y las diferentes escenas para enganchar al lector y lograr que avance por tu historia hasta la palabra fin.
Te contamos las siete claves para enganchar al lector y lograr una escritura que lo mantenga atado a los hilos de tu historia y te damos algunos consejos prácticos y efectivos que llevarán tu escritura a otro nivel.

https://www.sinjania.com/enganchar-al-lector/

1. Persuadir con el detalle
Lo importante a la hora de contar algo es saber elegir los detalles que muestren de manera fidedigna aquello que quieres expresar, mostrándolo de una manera persuasiva. Debes aplicar esta idea a la trama en general, pero también a cada una de las escenas. Veamos cómo.

La pequeña parecía muy cansada, era evidente que necesitaba una siesta.

Esta frase es sencilla y directa; sin duda, describe de manera efectiva lo que sucede. Sin embargo, no estimula la imaginación de lector, ni le impulsa a seguir leyendo.

Llevaba puesto un casco de vikingo y tenía la boca pringosa de algodón de azúcar. Aunque sus ojos marrones se cerraban por el cansancio, se negaba a acostarse. Sabía lo terca que era y que la lucha cotidiana estaba a punto de comenzar.

Esta versión, al proporcionar más detalles, da más información sobre lo que sucede: la niña está cansada y necesita dormir, y el narrador debe conseguir acostarla. Sin embargo, proporciona ciertos detalles secundarios —la boca pringosa, el casco vikingo— que, aunque ayudan a corporeizar la escena, no apoyan la cuestión principal.

Aunque sus ojos marrones se cerraban por el cansancio, se negaba a acostarse. El casco de vikingo que llevaba puesto le daba un aspecto cómicamente fiero. Usando el palo del algodón de azúcar como si fuera una espada apuntó a mi pecho y dijo:
—No pienso acostarme.

En esta versión, se han transformado los detalles para que apoyen el sentido general del texto: el casco y el palo del algodón dulce se han convertido en pertrechos de guerra que anuncian una pequeña batalla doméstica. Pero además, sabemos mucho más sobre la niña: no le gusta echarse la siesta, pero además es imaginativa y luchadora.
De este modo, hemos creado una escena mucho más atractiva para el lector que querrá saber cómo reacciona el narrador al ultimátum de la pequeña, cómo se resuelve el conflicto y quién resulta vencedor.

2. Emocionar
Leemos para emocionarnos.
Por eso al escribir, tienes que buscar implicar las emociones, la imaginación y el intelecto del lector. Y para ello, nada mejor que cuidar el detalle revelador.
Una de las cosas que debes conseguir con tu escritura es transmitir emociones. De hecho, en torno a ellas gira siempre la mejor literatura. Veamos cómo lograrlo.
La mejor escritura es aquella que logra que el lector se ponga en el lugar de los protagonistas y sienta lo que ellos sienten: ira, amor, camaradería, frustración, felicidad, terror, tensión… De modo que tus textos tienen que lograr atrapar tanto la mente del lector como su imaginación y su corazón.
Por eso, limitarse a nombrar las emociones significa empobrecer la narración. Lo que debes buscar es presentar aquellos detalles específicos, concretos, que representan una emoción. Ofrecer una imagen definida y precisa que se represente de modo claro en la mente del lector y que le lleve a sentir la emoción o el sentimiento que quieres transmitir.
El objetivo debe ser hacerle participar de la acción para que sienta, no nombrar emociones abstractas que no logran hacer sentir.

Veámoslo con un ejemplo:
Cuando Pedro murió, me sentía miserable.

Esta frase puede parecer certera, pero es muy imprecisa. No basta con nombrar lo que siente el narrador, porque el lector se siente ajeno a ese sentimiento. ¿A qué se refiere exactamente la idea de sentirse miserable? Es algo demasiado vago como para despertar la empatía del lector.

Aunque viva mil años nunca olvidaré lo completamente sola que me sentí tras la muerte de Pedro. Aunque los meses fueron pasando, no era capaz de apartarlo de mi mente: todas las cosas me recordaban a él. Creí que nunca lo superaría.

Si bien en esta ocasión se han añadido detalles específicos, esos detalles sólo ayudan a la narración, resultan meramente enunciativos. En realidad no le proporcionan al lector una razón para echar de menos a Pedro, lamentar su muerte y sufrir junto a la narradora.

No podía desprenderme del recuerdo de Pedro. A las cuatro, la hora a la que solía regresar del trabajo, me sorprendía esperando escuchar el ruido de su llave en la cerradura. Por la noche, levantaba la vista de mi libro esperando encontrarle sentado en su sillón, con los auriculares puestos con los que escuchaba su programa de radio favorito. Curiosamente, las imágenes de Pedro enfermo en el hospital se habían borrado de mi mente.

Esta última versión resulta conmovedora porque, con sus detalles, nos ayuda a comprender y visualizar la relación entre Pedro y la narradora: las rutinas tranquilas que compartían y cómo uno formaba parte de la vida del otro. No existe una descripción pormenorizada, pero la hábil elección de los detalles permite que el lector se represente tanto la vida con Pedro, como la vida sin él. Al tiempo, en ningún lugar se menciona expresamente la muerte, pero la ausencia del hombre y la alusión al hospital logran que el lector interprete los hechos, involucrándolo en la composición del texto.
Se trata simplemente de escribir textos que impliquen emocional e intelectualmente al lector con la obra. Permitir que este se identifique con los hechos narrados, que empatice con las emociones de los personajes y que complete con naturalidad las elipsis que presenta el texto.

Aquí tienes algunas ideas más sobre cómo usar la emoción para mejorar la escritura. Léelas.

3. Cada escena deba aportar al conjunto de la trama
Continuamos desgranando algunas formas en que podemos mejorar nuestra escritura para lograr con ello enganchar al lector. El objetivo es tejer una red que cautive su atención para que solo desee seguir avanzando en la lectura. Aunque son muchos los factores que pueden contribuir a ello (la presentación de la propia trama, el ritmo, la elección del narrador, la fuerza de los personajes…) hay pequeños detalles que puedes implementar casi en cada párrafo.
Uno de ellos consiste en incluir detalles que refuercen el sentido de una escena dentro de la trama. Ya hemos hablado de cómo persuadir con el detalle, pero ahora se trata de proporcionar además aquellos detalles que te ayudarán a crear en el lector una imagen clara de lo que significa esa escena concreta, al tiempo que proporcionas información que haga avanzar la trama.

Por la forma en que se comportó en el restaurante lleno de gente, podría decirse que Fátima se había sentido imantada por el atractivo desconocido de la camisa negra. Probó un par de trucos para llamar su atención y,  finalmente, tuvo éxito.

Aunque en este fragmento el autor proporciona información (la protagonista se encuentra en un restaurante donde un desconocido le resulta atractivo, por lo que decide —y logra— llamar su atención), la historia en sí es poco enjundiosa: no se narra nada interesante. Esta escena tampoco nos dice nada sobre Fátima.

El atractivo desconocido parecía pasear su mirada distraídamente sobre las personas que llenaban el restaurante. Fátima percibió cómo sus ojos se detenían en ella con un parpadeo y una media sonrisa subía a sus labios. ¿Era su imaginación o se había llevado la mano al corazón mientras fingía sacudir ligeramente la pechera de su camisa negra? «Es guapo», observó su amiga Carmen. «Pse», concedió Fátima mientras jugueteaba con un mechón de pelo. Evitó mirarle de nuevo, pero lanzó una sonrisa radiante por encima de las mesas. Girándose despacio, cruzó las piernas como lo haría una femme fatale en una película antigua. «Con esto bastará», pensó para sí misma con humor.

Al igual que en el fragmento anterior, en este se proporciona la información necesaria para el desarrollo de la escena, pero además se ha hecho mucho más rica al contar el desarrollo del coqueteo entre la protagonista y el desconocido, lo que ya de por sí atrapará la atención del lector, haciéndole partícipe del intercambio de miradas y sonrisas.
Pero además, esta escena incluye ahora pormenores acerca del personaje, desarrollándolo y dando idea de su personalidad al lector: la protagonista es una mujer que sigue el juego del coqueteo con un desconocido; no es la primera vez que lo hace, puesto que sabe los pasos a seguir para alcanzar el éxito; y muestra sentido del humor cuando se dice a sí misma que ya ha hecho lo suficiente para que el hombre se acerque.
Como hemos visto, se trata de incluir ciertos detalles que transmitan una idea más profunda o completa que lo que la mera escena cuenta. No se trata únicamente de incluir la escena de un coqueteo en un restaurante, sino de lograr que esa escena proporcione nueva información relevante sobre tus protagonistas, sobre sus aspiraciones y su forma de actuar, ayudando a comprender mejor la historia de su conflicto que estás presentando.

4. Evitar el relleno
Ninguna forma es más efectiva para acabar con la atención (y la paciencia) de un lector que acumular páginas y páginas en las que no sucede nada. El secreto para enganchar al lector y mantener cautivo su interés es hacer que la trama siempre avance, aportarle casi con cada párrafo nueva información sobre la historia para que desee seguir avanzando a través de ella.
Esto no significa que debas aplicarte a idear tramas trepidantes, donde en cada línea aguarde un giro argumental, sino trabajar para que cada palabra permita comprender mejor a tus personajes y la manera en que sus decisiones y reacciones van dando lugar al desarrollo de la acción. ¿Cómo hacerlo? Fundamentalmente evitando el relleno.
A veces puedes caer en la tentación de rellenar páginas y páginas con texto que, realmente, está aportando muy poco al desarrollo de la historia que deseamos contar. Qué le vas a hacer: te gusta escribir y te resulta difícil resistirte al impulso. Sin embargo tienes que permanecer atento para asegurarte de que todo lo que escribes, cuenta. Es decir, aporta una información útil para comprender algún hecho que vendrá a continuación. Veámoslo como siempre con un ejemplo:

A Guillermo le encantaban los deportes, ya fuera salir a correr por el parque cercano a su casa o practicar submarinismo. Pero sin duda, su deporte favorito era el ping-pong.

La información esencial de este párrafo es que el deporte preferido del protagonista es el ping-pong. El resto aumenta la cifra de palabras que contabiliza el procesador de texto, pero no aporta nada que ayude al lector a comprender por qué a Guillermo le gusta especialmente este deporte, qué siente cuando lo practica. Es decir, no hay detalles que persuadan ni emocionen al lector.

El deporte favorito de Guillermo era el ping-pong. Aunque la gente lo suele tomar por un juego relajante, lo cierto es que se precisa destreza manual, agilidad y resistencia para jugarlo bien.

Aunque en esta ocasión se proporcionan detalles, estos son de carácter general: ayudan a la narración, pero al no referirse concretamente a las sensaciones de Guillermo, no logran que el lector entienda por qué prefiere ese deporte a cualquier otro.

A Guillermo le gustaba practicar cualquier deporte, pero el ping-pong le entusiasmaba. Exigía de él destreza, agilidad y resistencia y no entendía cómo había quien podía considerarlo simplemente un pasatiempo relajante.

Esta versión está más cerca de no ser simple relleno: no solo aporta datos sobre los requisitos para jugar al ping-pong, sino que los relaciona directamente con el protagonista, de modo que nos cuenta algo sobre él. Las exigencias del deporte le complacen y, de hecho, siente que le elevan por encima de aquellos a quienes el ping-pong les parece un mero pasatiempo.

A Guillermo le gustaba practicar cualquier deporte, pero el ping-pong le entusiasmaba. Exigía de él destreza, agilidad y resistencia y no entendía cómo había quien podía considerarlo simplemente un pasatiempo relajante. Le gustaba sentir la firmeza con la que su mano sostenía la pala, el sudor corriendo por su espalda y cómo crecía la tensión entre él y su contrincante a cada nuevo tanto.

Este último párrafo profundiza todavía más en los sentimientos del protagonista. No se detiene en consideraciones generales sobre el deporte, sino que describe con detalles vívidos las sensaciones de Guillermo mientras lo práctica, desde lo físico: cómo agarra la pala, cómo corre el sudor; hasta lo psicológico: la tensión entre los jugadores que depende directamente de los tantos que señala el marcador.
La última versión nos dice que a Guillermo le gusta el ping-pong y por qué, nos dice cómo se siente cuando juega, nos habla de una cierta competitividad. Todos esos detalles no solo sirven para fijar la atención del lector para que se sitúe mentalmente frente a una mesa de ping-pong dispuesto a vencer a su contrincante, también contribuyen a que más adelante comprenda que para Guillermo sea más importante asistir a un torneo de ping-pong que acompañar a su mujer a una cita médica. De modo que se cumple un doble objetivo: se aportan detalles que apelan al lector, que le permiten ligarse a la acción y a sus personajes; pero también se proporciona un contexto que explica lo que sucederá a continuación.
Un buen texto debe satisfacer ese doble objetivo, lo que no resulta sencillo, así que es mejor no desperdiciar palabras escribiendo mero relleno.
Ahora bien, también debes aprender a discernir cuándo lo que has escrito es mero relleno y cuando, sencillamente, estás haciendo un buen trabajo de escritor. Aquí hablamos más sobre este tema.

5. Profundizar
Para enganchar al lector, nada mejor que profundizar. No basta con narrar, no basta con describir: hay que adentrarse en los abismos e iluminar la oscuridad. Quedarse en la superficie puede significar que el lector no se implique con tu historia y la abandone. Pero si profundizas en las motivaciones de tus personajes, en las consecuencias de cada acontecimiento que sucede, el lector logrará meterse bajo la piel de la narración, hacerla suya, y no querrá abandonarla.

Para profundizar en tu historia necesitas tener muy claro qué quieres contar y qué impresiones buscas provocar. Sin esas certezas, será imposible que logres hacer sentir al lector lo qué quieres que sienta. Veámoslo con un ejemplo:

Todos en el colegio sabían que Blanca era la más mala de cuarto curso. Era una niña preciosa y muy inteligente y siempre lograba salirse con la suya. Por el contrario, yo era torpe y tenía pocos amigos y era la empollona de la clase. Así que Blanca convirtió mi vida en un infierno durante todo el curso.

En este fragmento, el autor pretendía hacernos comprender que Blanca es mala. Sin embargo, se ha centrado tanto en los sentimientos de la narradora que solo la hemos «visto» a ella.

Todos en el colegio, menos los profesores, sabían que Blanca era la más mala de cuarto curso. Era una niña preciosa y muy inteligente y siempre lograba salirse con la suya. Por el contrario, yo era torpe y tenía pocos amigos y era la empollona de la clase. Una vez hice un mural precioso sobre la llegada del otoño, trabajé en él durante días. El día en que debía entregarlo, Blanca me arrebató la cartulina y arrancó una por una, con sonrisa perversa y complacida, las hojas de árbol que yo había recopilado y pegado cuidadosamente. Ni siquiera intenté explicar al profesor lo sucedido, porque sabía que no me creería, y me vi obligada a pedir más tiempo para presentar el trabajo. Blanca convirtió mi vida en un infierno durante todo el curso.

En esta versión, más extensa, se aportan detalles clarificadores sobre la conducta de Blanca. Ahora el lector tiene un ejemplo claro de su maldad, puede representarse a Blanca destrozando el mural que la protagonista había preparado con esmero. Y también sabe algo más de la propia protagonista, de su manera de ser y de su relación con Blanca.
Como podemos ver, ambos pasajes se ocupan de lo mismo; sin embargo la segunda versión, al centrarse en un momento específico, logra que el lector se represente a Blanca, que se sienta presente en el momento en que destroza el trabajo de la protagonista. Y, al representarse esa acción injusta, el lector no solo comprende la maldad de Blanca, sino que además se pone instintivamente del lado de la narradora.
Por tanto, al incluir una acción concreta que cristaliza la maldad de Blanca se la presenta como a una niña mala de una forma mucho más clara y palpable que si simplemente se apunta «Todos en el colegio, menos los profesores, sabían que Blanca era la más mala de cuarto curso». Así mismo, en la segunda versión se concretan rasgos importantes del carácter de la narradora: ella misma se define como «empollona», pero su esmerado trabajo sobre el otoño la muestra como tal de manera concisa. Al tiempo, descubre su carácter tranquilo pero laborioso, cuando nos la representamos recogiendo hojas. También su carácter algo conformista y un poco cobarde, al dar por hecho que el profesor no la creerá y no atreverse a plantar cara a Blanca.
Se trata por tanto de profundizar, de no limitarse a esbozar acciones o sentimientos, sino de penetrar en ellos, comprender su esencia y plasmarla de manera clara y representativa. Solo así lograrás enganchar al lector.

6. Lo específico mejor que lo general
Nos acercamos al final de esta serie de consejos sobre los puntos a tener en cuenta para escribir textos que capturen la atención del lector desde la primera línea y no la suelten hasta la última. Porque si escribimos para que nos lean, nada puede haber peor que desperdiciar el interés que el lector demuestra hacia nuestra obra cuando comienza a leerla.
Sin embargo, solo se trata de tener claro algunos conceptos mientras escribimos: profundizar en lo que narramos, emocionar, persuadir con el detalleO cuidar que nuestro texto no se pierda en generalidades que dispersen la atención del lector.
Al escribir, a veces puedes perderte en divagaciones. La narración se pierde en detalles secundarios o se disuelve en ideas generales, que no atañen de cerca ni a tus personajes ni a la línea argumental. Esto suele suceder porque no tienes claro lo que quieres contar, no has visualizado bien la escena, prestando atención a todos sus detalles, calibrando las acciones que describirás y previendo las consecuencias que tendrán.
Basta con ser precisos y hacer constar aquello que mejor puede hacer comprender al lector lo que estás contando y su significado en el conjunto de la obra.

Veamos un ejemplo:

Me miró de una manera que, sin resultar amenazante, me hizo sentir incómoda.

En esta frase se menciona una mirada y el sentimiento que dicha mirada suscita. Sin embargo, la descripción es demasiado general: se podría definir con más exactitud esa mirada, así como concretar ese vago sentimiento de incomodidad. Por ejemplo, un ceño fruncido o una mirada fija pueden reforzar esa idea de una mirada que resulta incómoda. Mientras que esa incomodidad puede traducirse en un gesto como levantarse para salir del foco de los ojos que nos miran o arreglarse la ropa.

Un ejemplo más:

Estaba claro que había que hacer algo para resolver esa terrible crisis.

Expresiones como «estaba claro», «sin duda», «era evidente»… a menudo son indicio de que no estás del todo seguro de haber logrado que se haga patente para el lector lo que buscabas contar.
En lugar de incluir ese «estaba claro» debería haberse especificado los motivos por los cuales esa crisis debía ser resuelta: de no hacerlo el protagonista perderá su empleo, un bosque será talado o la paz mundial correrá peligro. No se trata de escribir «estaba claro», sino de asegurarse de que, en efecto, las consecuencias quedan claras.
Si te expresas con la necesaria contundencia te podremos ahorrar el uso de binomios como «terrible crisis», «cosas horribles» o «sucesos inimaginables» porque habrás especificado qué es lo terrible, lo horrible o lo inimaginable. Evitando las vaguedades, impedirás que la mente del lector se pierda en suposiciones.
En resumen, un buen escritor se ocupará de hacer evidente para el lector las causas y las consecuencias de las acciones que mueven su narración de la manera más diáfana posible.

7. A veces contar puede ser suficiente
Llegamos al último de esta serie de siete consejos que tienen por objetivo enseñarte algunas técnicas para enganchar al lector y lograr que se quede pegado a tu historia y no pueda parar de leer hasta llegar al punto final. Repásalos todos y ponlos en práctica.

Pero vayamos al grano. Por lo general se recomienda a todo escritor que muestre y no se limite a contar. Esa idea es la base de todos estos consejos, pues si te limitas a contar pocas veces lograrás alcanzar la profundidad que logre emocionar al lector o dejar constancia de esos detalles persuasivos que cautivan para siempre la atención del lector.
Pues bien, hay ocasiones en las que para enganchar al lector no es necesario mostrar y basta con contar. ¿Cuándo basta con contar? Cuando la narración es meramente informativa y, por tanto, no necesitamos que resulte persuasiva o que apele a las emociones. Veamos.

A veces contar puede ser suficiente. En ocasiones, ir al grano sin detenerse en detalles accesorios es fundamental para que la trama avance. Tal es el caso cuando queremos dar brevemente una información que ponga en antecedentes al lector sobre un hecho que necesita conocer para entender una escena que se desarrollará a continuación. Lo comprenderás mejor con un ejemplo.

Imaginemos que Pedro va a casa de Miguel para devolverle un libro y, al llegar a casa de este, se encuentra con que su novia está allí en actitud más que cariñosa con el que hasta ese momento había sido su mejor amigo. En ese caso bastará con escribir algo como «Al salir de clase, Pedro tomó el autobús para acercarse a casa de Miguel y devolverle el libro que le había prestado». No hace falta que nos detengamos a describir cómo fue el trayecto en autobús en mitad de una tarde de tormenta, ni que las gotas de lluvia resbalaban por los cristales como lágrimas. Incluso aunque creamos que esos detalles (la tormenta, las gotas como lágrimas) anticipan lo que viene a continuación, esos detalles no le van a decir nada al lector que todavía no sabe la que se le viene encima al pobre Pedro. La escena significativa, importante, es la que viene a continuación, cuando Pedro llega a casa de Miguel y encuentra allí a Rebeca. Esa es la escena en la que deberemos poner toda la carne en el asador, poniendo en práctica todos los recursos que hemos visto a lo largo de esta serie de entradas.

Otro ejemplo. Nuestro protagonista va a comer ese día cerca de su oficina para poder finalizar antes su jornada laboral y acudir a una importante cita por la tarde. Bastará con señalar: «Para salir antes, Pedro se quedó ese día a almorzar en un local de comida rápida cerca de su oficina». No es necesario que expliquemos el menú, cuál era la estatura y color de ojos del camarero que le atendió o cómo a la mujer de la mesa de al lado se le volcó el vaso de la bebida. Reservemos los detalles que enganchan para la cita que Pedro tendrá por la tarde para optar a un nuevo puesto de trabajo.

Y un ejemplo más. Pedro tiene una decisiva entrevista de trabajo en las oficinas de una importante multinacional. Mientras espera que llegue su entrevistador no hace falta describir prolijamente el color blanco roto de las paredes, el grosor y las manchas de la moqueta o los fluorescentes que iluminan la estancia. Nuevamente, la escena decisiva viene a continuación, cuando Pedro descubra que le va a entrevistar Miguel, un antiguo compañero de clase que, en la universidad, le robó la novia.

Así que recuerda, cuando se trate de proporcionar determinadas informaciones, de describir determinados entornos o de presentar a personajes secundarios no es necesario que te lances a un derroche de detalles. Reserva esos recursos, que pueden marcar la diferencia, para las escenas importantes de tu narración, aquellas que hacen avanzar la trama, que desarrollan el conflicto y en las que de verdad te interesa que el lector permanezca bien atento.


351. ¿Es fácil escribir?





“No existen más que dos reglas para escribir:
 Tener algo que decir y decirlo.”

Oscar Wilde (1854-1900)


A escribir se aprende escribiendo, pero no te olvides de leer buenos escritores.


Como esto de la escritura es una cosa de todos, me gustaría solamente desarrollar algunos comentarios respecto al tema.  Antes que nada,  es necesario que se prepare estirando los músculos porque escribir es uno de los ejercicios más agotadores que uno puede realizar.  Luego de estirar y ya entrados en confianza, la primera pregunta sería ¿Es fácil escribir?  Por supuesto que sí, el inconveniente no es escribir sino hacerlo bien.
Conocer las formas y los detalles de la escritura, elaborar un documento que se pueda leer y que al otro o la otra no le dé pereza leer.  En ocasiones uno puede caer en la trampa de copiar a un escritor (o escritora)  de los grandes, eso está bien, todo el mundo lo hace. Porque así es que uno aprende, o por lo menos uno consigue tener una idea de las cosas que hay que hacer en la escritura. Sin embargo, no hay que quedarse repitiendo, cuando uno ya ha aprendido lo suficiente hay que cambiar de héroe (o heroína) y no dejarse absorber por el campo gravitacional de algunos gigantes de la literatura.  Sé de un caso de alguien que se perdió en los juegos de palabras de James Joyce, otro de alguien que sigue buscando pistas encriptadas en los textos de Patricia Highsmith y otro que se perdió en los laberintos de un escritor argentino.  Por eso hay que tener cuidado, no dejarse atrapar de una manera obsesiva por la escritura y mucho menos por la literatura, ya que puedes enfermarte como el pobre de Montano.
Pero me voy a detener un poco. Inhalo y exhalo.  Comienzo nuevamente. Si se trata de escribir,  lo único que hay que hacer es escribir.  No parar en ningún momento, registrar cada una de las cosas que se nos presentan en el día a día y buscar la manera de reorganizarlas, hay que darle una forma exquisita, como si fuese una escultura. Una forma que sea propia, irrepetible a menos que seamos nosotros quienes vayamos a replicarla, porque si no podríamos estar ante un caso de falsificación o de robo de identidad por ejemplo conozco de alguien que le robó la identidad a un escritor francés y terminó atrapado en uno de sus anagramas, y ya nadie sabe de él. Habrá quedado ahogado en tinta o en palabras, no sé.
Otro punto interesante es que hay que leer, si no lees no escribes,  porque  cuando lees empiezas a coleccionar una serie de registros en tu cabeza que te servirán para plasmar un texto de carácter literario en el momento en que sea preciso hacerlo. Empecemos a leer, constantemente, para poder agrupar las formas y las palabras y poder escribir cosas alternativas. Una sucesión de historias y hay que hacerlo como si la vida dependiera de eso.
Uno nunca sabe, algún día lo pueden secuestrar a uno, y la única condición para mantenernos con vida sea que escribamos una historia, un guiño a Sherezade. Entonces que sí es fácil escribir, sí, no se necesita de inspiración se necesita de creatividad y de ingenio.  De convertirse en un artesano literario y juntar palabras al punto de que el caos contemple un orden, y de que todas las palabras que se junten  conformen una armónico efecto que atrape al lector…

Bonilla, D

 https://fisuras.konradlorenz.edu.co/2015/09/y-es-f%C3%A1cil-escribir.html#more
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