¡BIENVENIDOS AL BLOG DEL TALLER LITERARIO DESPERTARES!

Bienvenidos al blog del TALLER LITERARIO DESPERTARES de la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso" de Morteros, Córdoba, República Argentina.

Este blog se inicia el 14 de junio de 2011 para publicar los trabajos de los participantes del taller, que funciona en la Biblioteca Popular "Cultura y Progreso".

Ilustración de la cabecera: "El desván de la memoria" de José Manzanares, creador de sueños, artista plástico de Linares, Jaén, España.

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jueves, 25 de noviembre de 2021

469. NARRADOR CÁMARA, DEFICIENTE, TESTIGO IMPERSONAL - FOCALIZACIÓN EXTERNA O VISION DESDE AFUERA

 NARRADOR DEFECTIVO Ó CÁMARA (CUASI-OMNISCIENTE)




http://merope-milugarparaestudiar.blogspot.com/2017/04/narrador-defectivo-o-camara-cuasi.html

El narrador defectivo o cámara, también se le define como narrador observador 

Esta técnica narrativa se comporta como una cámara de cine, el narrador sigue a los personajes, muestra sus gestos y acciones, los observa, expone sus lágrimas, gritos, vergüenzas, conversaciones; pero es el lector quien interpreta las emociones de los personajes, y no el narrador. Tenemos conocimientos de sus actos, pero el narrador nunca podrá entrar en su mente, solo lo que una cámara puede ver. Podemos percibir sus sueños por como se agita el personaje mientras duerme, o despertándose violentamente en medio de la noche, es así como el lector entiende que el personaje ha sufrido una pesadilla, pero para tener conocimiento de qué es lo que le ha sucedido al personaje en esa pesadilla solo podríamos saberlo porque se la cuente a otro personaje.


Es un narrador parecido al narrador testigo pero sin ser un personaje sino un ente observador que cuenta lo que la cámara y el micrófono recoge.


Así que el narrador defectivo o cámara:

-Narra en tercera persona.

-No lee los pensamientos de los personajes ni tampoco los de el protagonista,

-Se comporta como una cámara de cine solo que puede incorporar olores y sensaciones sensoriales.

-Tiene que ser detallista con lo que quiere mostrar sobre el personaje o protagonista para darles vida.

-Ejemplos: La Colmena de Camilo José Cela, Los asesinos de Ernest Hemingway





..."A Pepe le gusta mucho decir frases lapidarias en los momentos del mal humor. Después se va distrayendo poco a poco y acaba por olvidarse de todo. Dos niños de cuatro o cinco años juegan aburridamente, sin ningún entusiasmo, al tren por entre las mesas. Cuando van hacia el fondo, va uno haciendo de máquina y otro de vagón. Cuando vuelven hacia la puerta, cambian. Nadie les hace caso, pero ellos siguen impasibles, desganados, andando para arriba y para abajo con una seriedad tremenda. Son dos niños ordenancistas, consecuentes, dos niños que juegan al tren, aunque se aburren como ostras, porque se han propuesto divertirse y, para divertirse, se han propuesto, pase lo que pase, jugar al tren durante toda la tarde. Si ellos no lo consiguen, ¿qué culpa tienen? Ellos hacen todo lo posible. Pepe los mira y les dice: -Que os vais a ir a caer... Pepe habla el castellano, aunque lleva ya casi medio siglo en Castilla, traduciendo directamente del gallego. Los niños le contestan "no, señor", y siguen jugando al tren sin fe, sin esperanza, incluso sin caridad, como cumpliendo un penoso deber. Doña Rosa se mete en la cocina. -¿Cuántas onzas echaste, Gabriel? -Dos, señorita. -¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡Así no hay quien pueda! ¡Y después, que si bases de trabajo, y que si la Virgen! ¿No te dije bien claro que no echases más que onza y media? Con vosotros no vale hablar en español, no os da la gana de entender. Doña Rosa respira y vuelve a la carga. Respira como una máquina, jadeante, precipitada: todo el cuerpo en sobresalto y un silbido roncándole por el pecho. -Y si a don Pablo le parece que está muy claro, que se vaya con su señora a donde se lo den mejor. ¡Pues estaría bueno! ¡Habráse visto! Lo que no sabe ese piernas desgraciado es que lo que aquí sobran, gracias a Dios, son clientes. ¿Te enteras? Si no le gusta, que se vaya; eso saldremos ganando. ¡Pues ni que fueran reyes! Su señora es una víbora, que me tiene muy harta. ¡Muy harta es lo que estoy yo de la doña Pura! Gabriel la previene, como todos los días. -¡Que la van a oír, señorita! -¡Que me oigan si quieren, para eso lo digo! ¡Yo no tengo pelos en la lengua! ¡Lo que yo no sé es cómo ese mastuerzo se atrevió a despedir a la Elvirita, que es igual que un ángel y que no vivía pensando más que en darle gusto, y aguanta como un cordero a la liosa de la doña Pura, que es un culebrón siempre riéndose por lo bajo! En fin, como decía mi madre, que en paz descanse: ¡vivir para ver!"...

La Colmena, de Camilo José Cela

miércoles, 24 de noviembre de 2021

468. Metáfora negativa

 




¿Qué es la metáfora negativa? 

Una metáfora negativa es aquella en la que el elemento real o imaginario está encerrado en una negación. Su característica distintiva es el uso de un adverbio negativo para conectar el contexto con el medio.

En retórica, la metáfora negativa es aquella en la que el elemento real o el elemento imaginario están dentro de una negación. Su principal atributo es la utilización de un adverbio negativo que une el contexto con el medio.


Cabe destacar, que el adverbio “no” puede encontrarse en cualquier lugar dentro de la oración. La metáfora negativa utiliza la configuración “No I”, R considerando que I es el elemento imaginario y R el elemento real.


Ejemplos de metáfora negativa

No es tu voz, es el temporal dentro de mí.

No es la ciudad, es el abismo.

Algodón de azúcar, no labios.

Tentación, no mirada.

No son tus besos, es la pasión en mí.

No eres tú, es tu calor.

No es locura, es tu olor.

No es la mentira, es el dolor.

No son lágrimas, son diamantes.

No es la cárcel, es tu cuerpo.

No son ojos, son perlas negras.

No es su cabello, son sus rizos de oro.

Sonrisas, no tristezas.

No es lo que tengo, es lo que quiero.

No es lo que quiero, es lo que tengo.

No es la vida, es la rutina.

No es la molestia, es lo seguido.

No es lo que tarda, es lo que duele.

Es vida, no muerte.

No es su belleza, es su dulzura.

No es un libro, es la historia.

No es el sol, es su luz.

No es sufrimiento, es un abismo.

No es engaño, es hiedra espinosa.

No es rubí, son tus labios ardientes.

No son trazos coloridos, son las flores en tu jardín.

No es fuego, es encanto lleno de pasión.

No es una gacela, es ágil al correr.

No es un pálpito muerto, es un corazón queriendo vivir.

No es una caricia invisible, es el viento viajando en el horizonte.


https://www.escueladeletras.com/literatura/metafora-negativa/#google_vignette



Tipos de metáfora

Metáfora común o impura. Es la que hace explícitamente referencia a los dos elementos (el real y el imaginario), en general mediante alguna forma conjugada del verbo ‘ser’.

Metáfora de complemento preposicional. En cambio, vincula la referencia a través de una preposición (muchas veces la palabra ‘de’).

Metáfora aposicional. Es la que sustenta la relación entre los conceptos con una aposición (o sea, con el término que alude al objeto imaginario entre comas).

Metáfora negativa. Es la que utiliza el truco de negar al término real y mencionar el imaginario o viceversa, pero estableciendo la relación para quien lo lee.

Metáfora pura. Surge cuando el término imaginario sustituye al real.

https://www.ejemplos.co/metafora/#ixzz7DCRoTbtK




467. El narrador en segunda persona gramatical

 La segunda persona

+El narrador en segunda persona gramatical



El narrador en 2º persona es un narrador controvertido, porque desde la teoría se le niega la existencia.  Genette afirma que en realidad solo existe una primera persona que emite el discurso; otros como Luz Aurora Pimentel y Helena Beristáin consideran que la segunda es apenas un deslizamiento de la primera persona.  A partir de los estudios de Butor, Alberto Paredes menciona las dos categorías de esta segunda persona, sin embargo advierte que se trata de un tema poco estudiado.  Ya que este trabajo está destinado a quienes se proponen escribir, me atrevo a proponer algunos matices en segunda persona que enriquezcan su práctica a la hora de elegir un narrador.


Aparentemente no es nada nuevo que un narrador se dirija a su narratario, esa era una práctica común en las novelas del siglo XIX: “Como verá el querido lector”, sin embargo, durante el siglo XX, esta fórmula se desarrolló de manera por demás interesante, baste mencionar a cuatro grandes escritores que hicieron de esta segunda persona un mediador muy eficaz, como es el caso de Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Ítalo Calvino y Rosa Montero.


+Características generales del narrador en la segunda persona gramatical

Con la segunda persona gramatical podemos encontrar matices del narrador muy interesantes porque a través de un yo presente o ausente se dirigen a un tú que es al mismo tiempo el protagonista y el lector.  Hay momentos en que pueden dirigirse al protagonista y ser una especie de dios que le dicta qué debe hacer; o convertirse en su conciencia y espejo, una especie de alter ego interior.  También puede ser una entidad que le cuenta la historia a los personajes, siempre hablándoles directamente de tú, como si estuviera presente.  Otra opción es cuando se dirige al lector como si lo estuviera viendo y lo arrastra a la trama, incluso puede crear complicidades con el lector al deslizarse sutilmente de primera a segunda.


Según Alberto Paredes la segunda persona aparece cuando:

El narrador usa la extraña persona tú para dirigirse a su personaje o personajes.  Estos son designados por la segunda persona.  El narrador se ubica en una primera persona, un yo se oculta detrás de sus propias palabras y las únicas personas consistentes y efectivas son los personajes, nombrados ya sea como un tú (o usted) o él.  Así pues, irrefutablemente se tiene una narración en segunda persona.[1]


Michel Butor ha estudiado con particular interés este proceso narrativo.  Él dice que hay que obligar al personaje a contar su historia, porque miente, oculta o se oculta a sí mismo cosas.  “Así, siempre que se quiera describir un auténtico proceso de la conciencia, el nacimiento mismo del lenguaje o de un lenguaje, la segunda persona será la más eficaz”[2]


 



+Las categorías del narrador en segunda persona.

 Alberto Paredes menciona dos categorías básicas en esta segunda persona: aquella en donde aparece un yo explícito que se comunica a un tú, es la segunda aparente; y otra donde ese yo queda implícito es la segunda plena.

La segunda aparente, donde se trasluce un yo que le habla a un tú, y que evidentemente hace alusiones en primera persona.

Según Paredes, encontramos una segunda persona aparente cuando: “El narrador no simula al lector que eso que lee son acontecimientos en sí, «vidas»; no crea esa ilusión; lo interpela directamente y dice que le va a contar una historia.”[1]


La segunda plena siempre narra en tú, sin que se trasluzca el yo detrás.  “Cuando ya no se evidencia  su realidad de primera persona y crea el circuito de segunda persona con el personaje.  Entonces, las posibilidades apuntadas de la segunda persona tienen mejor campo de desarrollo.”[2]



+Narradores en segunda aparente:

 El epistolar

En una carta, solemos hablar desde la primera persona con el receptor  que se convierte en un tú; este narrador habla al lector y al personaje al mismo tiempo desde un yo de letra, por eso prefiero llamar a éste el narrador epistolar.


El narrador cómplice

 Dentro de la segunda aparente cabría el caso de alguien que contara en primera y se fuera deslizando hacia la segunda para involucrar y crear una complicidad inconsciente con el lector,  por esa razón, llamo a este caso el narrador cómplice. Un excelente ejemplo es el de Rosa Montero en La hija del caníbal:


"A pesar de mi sobrenombre [Fortuna], no estoy muy convencido de que la buena suerte exista.  Pero sí sé que existe la desgracia.  La desgracia es como un mundo sin sol y sin estrellas, un mundo paralelo al que vivimos.  Un día, tal vez por descuido, por azar, por torpeza, te deslizas sin querer al mundo de las sombras. Al principio apenas si adviertes la diferencia, al principio ignoras que te has equivocado de realidad.  Algo se tuerce, algo sale mal, sobreviene el dolor.  Pero todos creemos que lo superaremos, que saldremos de ésta.  Que ya hemos dejado lo peor atrás, porque no puede haber nada peor que lo ya vivido".[1]



+Narradores con segunda persona plena

 El narrador  titiritero

En este caso, el narrador se encuentra fuera de la historia, es una especie de omnisciente que le dicta la historia al protagonista y al lector al mismo tiempo.   Es un dios implacable éste es el caso de lo que llamo el narrador titiritero como el que utiliza Carlos Fuentes  en Aura.


"LEES ESE ANUNCIO: UNA OFERTA DE ESA NATURALEZA no se hace todos los días. Lees y relees el aviso.  Parece dirigido a ti, a nadie más.  Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato.  Tú reelás.  Se solicita historiador joven.  […]  Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no volverás a recordarlo sino al día siguiente, cuando te sientes de nuevo en la mesa del cafetín, pidas el desayuno y abras el periódico.  Al llegar a la página de anuncios, allí estarás, otra vez, esas letras destacadas historiador joven.  Nadie acudió ayer.  Leerás el anuncio.  Te detendrás en el último renglón: cuatro mil pesos".[1]


Respecto a este narrador en particular dice la doctora Beristáin:

"como si el autor, desde una primera persona implícita, se dirigiera a un personaje, o al lector, o a sí mismo, no solo en presente o en pretérito, sino inclusive en futuro […] en este caso la narración  parece adquirir una carga significativa de mandato o augurio".”[2]


El espejo-conciencia

 Otra opción de la segunda plena es la que llamo del espejo-conciencia. Aquí estamos hablando de un desdoblamiento del yo de la protagonista que se dirige a ella desde su propia conciencia, aquí el juego interesante es que al usar el tú, este narrador parece hablarle al lector, pero en realidad le habla a la faceta humana que comparte la protagonista con el lector. Por lo tanto es por fuerza el alter ego del personaje quien narra y está profundamente inmerso en la historia, aunque tiene oportunidad de reflexionar y tomar distancia.


Al respecto dice Helena Beristáin quien a su vez cita a Butor:

"O puede también interpretarse como la manifestación de un personaje desdoblado, o como alguien “a quien se le cuenta su propia historia, algo de sí mismo que él no conoce, o que ha olvidado o que nunca supo”, o que finge ignorar, lo que no puede decir de él mismo, por lo que  “el narrador le presta su voz”.[1]


+Deslizamiento entre la segunda plena y la segunda aparente

También existe la posibilidad de combinar ambas posibilidades a partir de deslizamientos entre un narrador en segunda plena y uno en segunda aparente.


El narrador que involucra al lector

Otra opción mixta es la que llamo de el narratario involucrado, en este caso nos encontramos con un narrador interno y externo a la historia, a la vez.  Se trata de una especie de un "avec" (del francés=con) del lector o narratario, y omnisciente en  la historia, es decir, parece estar fuera del texto y saber qué está haciendo el lector y cómo reacciona con respecto al desarrollo de la historia; por lo tanto le indica  al narratario qué debe hacer, pensar y sentir.  Habla con quien lo está leyendo, a veces cuenta la historia de manera directa y más adelante utiliza el discurso indirecto. Se trata de una especie de puente que hace que el lector o narratario cruce hacia la historia y forme parte de ella o que la historia salga y forme parte del ámbito cotidiano del lector.  El narrador le habla directamente al narratario y lo involucra en la trama, como si estuviera presente, a ratos utiliza una segunda aparente con un yo detrás y en otros momentos la segunda plena, como lo hace Ítalo Calvino en Si una noche de invierno un viajero[1]:

"Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Ítalo Calvino, Si una noche de invierno un viajero.  Relájate.  Concéntrate.  Aleja de ti cualquier otra idea.  Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo en seguida a los demás: «¡No, no quiero ver la televisión!».  Alza la voz, si no te oyen: «¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!».  Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita: «¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Ítalo Calvino!».  O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz".   […]

"Las luces de la estación y las frases que estás leyendo parecen tener la tarea de disolver más que indicar las cosas que afloran de un velo de oscuridad y niebla.  Yo he bajado en esta estación esta noche por primera vez en mi vida y ya me parece haber pasado en ella toda una vida, […] Yo soy el hombre que va y viene entre el bar y la cabina telefónica.  O sea: ese hombre se llama «yo» y no sabes más de él, al igual que esta estación se llama solamente «estación» y al margen de ella no existe sino la señal sin respuesta de un teléfono que suena en una habitación oscura de una ciudad lejana".[2]


Ítalo Calvino (1923-1985)

https://www.lifeder.com/segunda-persona/

 https://uacmenunciacionyvoces.wordpress.com/las-personas-gramaticales/la-segunda-persona/

https://uacmenunciacionyvoces.files.wordpress.com/2011/08/segunda-persona-grc3a1ficos-pdf.pdf


[1] Véase H. Beristáin, Análisis estructural del relato literario, Op. Cit., p.117

[1] Véase Alberto Paredes, Op. Cit. p. 72.

[2] Véase Michel Butor, Sobre literatura II, (trad. C. Pujol), Barcelona, Seix Barral, 1967, p.80.

[1] Véase Paredes, Op. Cit., p. 74.

[2] Ibidem, p. 78.

[1] Véase Rosa Montero, La hija del caníbal, Madrid, Espasa, 1998. pp.200-201

[1] Véase Carlos Fuentes,Aura, México, ERA, 1995, pp. 11-12.

[2] Véase Helena Beristáin, Análisis estructural del relato literario, Op. Cit. p.117.

.[1] Véase Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero, Madrid, Ediciones Siruela, 1989.

[2] Véase Ítalo Calvino, Si una noche de invierno un viajero… (Trad. Esther Benítez), Madrid, Siruela, 1989, pp.11 y 20.


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