En la espesura de la floresta dos niños Pedro y Antonio decidieron ir a conocerla.
Mientras
caminaron sintieron olor a pinos, a perfume de flores silvestres, al susurro
del viento sobre su piel.
Hasta que de
pronto los árboles se empezaron a mover y aparecieron unos duendes que los
invitaron a descubrir su castillo mágico en el que los objetos vuelan por la
casa, nadie trabaja pero con sus poderes inventan deliciosos manjares.
Los pequeños se
deleitan con el agradable sabor de los frutos del bosque, pero no todo se
encuentra en paz ya que las gigantescas plantas los persiguen.
Entonces los
duendes usan su poderosa fuerza y se libran de ellas con la magia de los
sentidos audiovisuales les arrojan aguas de ojos que las ahogan y su amistad
con los chicos se convierte en rayos de luz que brillan por su ternura.
Por la noche
comparten una fiesta y viven siempre felices.
Morteros, 05/06/2014
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