que los objetos se
acercan a mí
y quieren atraparme.
El reloj, en trance
me observa,
marca los minutos de
mi inevitable partida.
Sumergida en el barco
atrapa sueños,
que me lleva hacia
rumbos desconocidos.
En medio de un mar de
lágrimas,
que caen del cielo
e inundan mi alma.
Pero llego a un
callejón,
y las miradas
sonrientes de los niños
me cautivan con su
gracia.
Me descubro en un
escenario de teatro,
Espectadora de mi
propia creación.
Natalia Julieta Mandrile
Morteros, 02/06/2014
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