Estábamos todos
reunidos en el hogar, cuando escuchamos una explosión que vino de la antigua
estufa a kerosén.
La casa se
lleno de humo, en medio del estallido un hombre valiente se atrevió a entrar,
hecho esto todo se convirtió en un incendio mientras yo trataba de socorrer a
mi familia, hasta que él me encontró era un bombero muy guapo que me hizo
olvidar la frustrante situación que vivíamos.
Entonces todo
volvió a la normalidad, por eso decidimos invitarlo a comer carne de vaca
preparada en milanesas con ensalada agradeciéndole todo lo que hizo para
salvarnos.
En ese momento
recordé los encuentros compartidos donde parecíamos estar entre vaquitas de San
Antonio, con ángeles querubines que tocaban canciones disparadas con escopeta e
hirió las alas de la vaca, pronto llegó la ambulancia guiada por un querubín y
la llevó a una montaña, pero jamás olvidaremos las cosas que nos hicieron pasar
para hallar la felicidad.
Porque a pesar
de sentir que le quitaron la vida la vaquita desapareció por el aire y encontró
al fin su lugar para vivir.
Natalia Julieta Mandrile
Morteros, 27/08/2012
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