Sus vidas están en peligro porque quieren desprenderles el corazón, pero ellos deciden ponerles una trampa, se hacen pimpollos verdes, se tornan invisibles, así no los pueden ver.
Por eso los malvados quedan atrapados entre ramas con gusto a chocolatería, líneas de sabor a golosicoraza que dibujan su silueta, como si fuera una pared que los detiene bañada en espumalandia.
Aunque usan la técnica del arboaguado para que pierdan su invisibilidad, ya que al mojarse vuelve a ser como antes.
Entonces procuran conseguir otra solución al problema que se enfrentan, invierten el proceso de eterioridad, se convierten en esferas de fuegolandia que emanan pelotandias oxigenadas con artilugios.
Se les lanzan encima a los monstruos plantoides, entretejen en sus cuerpos ovihelechianos que forman un globiano compuesto por helepartículas, que flotan por el aire y arman el circupiramidal que dispersa a todos hacia un sitio fantasmagórico donde escuchan golpear las puertas, temblar los objetos de la casa, sentir el aroma a torta ahumada y sus pasos corriendo por los pantanos del bosque, que les deja la piel suavizada.
Después de tanto andar descubren el misterio de los Mostroloides cuando atraviesan la puertacieloide hacia un planeta de ideologoides con plantilunas que crecen ahí, por un instante, vuelan contra el viento.
Luego desaparecen llevándose consigo su fragancia, sus recuerdos pero pronto regresan a inyectar en sus almas la mágicafantasigoria que vuelve todo a la realvisibilidad.
Natalia Julieta Mandrile
Morteros, 18/10/2012
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